32 años sin Lara Bonilla

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Pablo Escobar parecía ser el hombre capaz de tener en vilo a toda una Nación, su reinado de terror y violencia narcotraficante había permeado todos los sectores de la sociedad, sometiéndolos, matándolos, acorralándolos.

 

Eran pocos las personas que se atrevían a criticar la verdad asesina de un hombre que mientras se daba de redentor de los pobres, los utilizaba para cometer los crímenes más escabrosos y macabros.

Rodrigo Lara Bonilla fue uno de esos hombres, que alzaron la voz en contra de Pablo Escobar y su mafia, siendo el despertad del pueblo: Habían aceptado en su Congreso a un asesino y traficante de drogas.

Su verdad y rectitud fueron su sentencia de muerte, y frente a la impotencia de un cobarde que no supo enfrentarse a un hombre más fuerte que él, que con sus ideas y su voz le hacía dejar ver a todo el mundo el monstro que era la persona de Pablo Escobar, el temido narcotraficante decidió pagar a unos asesinos a sueldo para que acabaran con su vida.

Son muchas las hipótesis que surge alrededor de los perpetradores del crimen de Lara Bonilla, las razones, las posibles alianzas para matarlo y hasta el punto exacto donde ocurrió su deceso. Sin embargo, lo único cierto es que un 30 de abril de 1984 Rodrigo Lara murió baleado por dos sicarios que atentaron contra su vida mientras se movilizaba en un vehículo oficial por el norte de Bogotá.

El sicario que le disparó murió unos metros más adelante por la persecución de los escoltas de la víctima, dejando con su muerte una sensación de impotencia y misterio, que hasta el sol de hoy no ha permitido que se haya dictado una sola condena en contra de los culpables materiales e intelectuales de lo que es actualmente un magnicidio, tanto así que hasta el pasado 15 de abril se exhumó el cadáver para resolver dudas inconclusas sobre su muerte. 





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