Con sabor agridulce

Dato del crecimiento económico en el primer trimestre, el cual mostro un balance positivo. Foto: Cortesía Revista Semana.

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Las cifras de crecimiento del primer trimestre decepcionaron. Lograr que el PIB alcance la meta estimada por el Gobierno requerirá trabajar duro.

Revista Semana

Le quedaron faltando cinco centavos para el peso al dato de crecimiento del primer trimestre. Según el Dane, la economía colombiana creció 2,8 por ciento entre enero y marzo de 2019, por debajo del consenso del mercado, que estaba en 3 por ciento. Esto muestra que la recuperación de la economía viene a un ritmo más lento de lo esperado.
Si bien el primer trimestre tuvo un mejor resultado que el de igual periodo de 2018, claramente la economía no ha despegado con fuerza.

Pero las cifras traen buenas, regulares y malas noticias. Entre las buenas está el repunte de las obras civiles y la inversión, así como el cambio de ciclo en actividades como la industria y la minería. Además, el crecimiento es mucho más homogéneo por sectores, y el consumo se mantiene estable.

Las regulares, que la recuperación es muy tímida y que la construcción volvió a caer con fuerza. Y las malas, que ni el panorama mundial, con una guerra comercial a la vista, ni el local, con polarización e incertidumbre política, contribuyen a las perspectivas.

Con este lento arranque será difícil crecer al 3,6 por ciento como estimó el Gobierno. Para llegar a esta cifra el país tendría que hacerlo al 3,8 por ciento en los próximos trimestres, lo cual parece improbable si las autoridades no toman medidas contundentes.

Las obras civiles, uno de los principales jalonadores de la economía en la primera parte del año, aportan razones para cierto optimismo, pues crecieron 8,5 por ciento. Aquí jugó a favor que se reactivaron grandes proyectos viales de cuarta generación, las alcaldías y gobernaciones ejecutaron más en su último año de gobierno, y las obras de redes eléctricas, gas natural, carreteras y otras, financiadas mediante regalías.

El primer trimestre tiene otra buena noticia: el despertar de la inversión empresarial. Esto se evidencia en el cambio de signo de la formación bruta de capital fijo, FBCF, que luego de varios semestres –si no años– de caer hoy crece a un ritmo del 3,6 por ciento. También queda claro en el incremento de las importaciones de bienes de capital en maquinaria y equipo, que aumentaron 9,8 por ciento.

Este dato es alentador, pues vaticina el repunte de la industria, que si bien crece lentamente, mantiene su recuperación. La dinámica industrial del 2,9 por ciento se movió por cuenta de sectores como químicos, vehículos, metalurgia, textiles y confecciones, papel y cartón, alimentos y bebidas, ante desarrollos como la entrada de la nueva productora de cerveza.
El sector minero también pasó de ser un lastre a contribuir positivamente. Creció 5,3 por ciento frente al aumento de la producción de petróleo y las exportaciones de oro.

En general, la actividad económica presentó una dinámica homogénea por el lado de la oferta, pues 11 de los 12 sectores tuvieron un crecimiento positivo. Y por el lado de la demanda, el consumo final subió 3,8 por ciento, ante un mayor gasto del Gobierno y de los hogares. Eso da una señal alentadora, pues hace que se mantengan en alza sectores de servicios relacionados, como restaurantes y hoteles, información y telecomunicaciones.

La mayor sorpresa vino por el lado del débil comportamiento de la construcción. Si bien los analistas esperaban que cayera, lo hizo de forma más profunda. La construcción de vivienda descendió 9,7 por ciento anual y la no residencial 12,9 por ciento, con menos inventario de obras en proceso. Esto significa que las licencias solicitadas no se estarían traduciendo en actividad constructiva.

Mauricio Hernández, analista del BBVA, dice que “las obras en proceso son menores en 13 por ciento a las que se ejecutaban al inicio de 2018, lo cual reduce la capacidad de que el sector culmine nuevas edificaciones de vivienda y no residencial”. Esto implica que el problema del sector no tiene que ver con sostenibilidad, sino con rentabilidad.
Algunos analistas consideran un error de política haber prescindido de un subsidio contracíclico a la tasa de vivienda No VIS, lo cual hizo que los inmuebles para estratos medios quedaran sin ningún tipo de ayuda estatal. De hecho, el alto inventario de vivienda está concentrado en este segmento.

Por el lado de la demanda, el comercio exterior no está contribuyendo al crecimiento. Las exportaciones subieron 3,6 por ciento, un ritmo mucho menor que las importaciones, que lo hacen al 13,7 por ciento. Si bien el repunte de las compras de bienes de capital es bueno en el largo plazo, preocupa la reducción de las ventas al exterior ante la debilidad económica de los socios comerciales y la escasa diversificación.

Ante estos factores, la variación intertrimestral se ubicó en el 0 por ciento. Esto significa que la economía prácticamente no creció frente al trimestre anterior y que el repunte de la actividad económica pierde dinamismo.

Los datos también tienen su lado feo. Apenas unos minutos después de conocerse la floja cifra de crecimiento económico, se desató una tormenta política e institucional por cuenta de la renuncia del fiscal general de la nación. Y la decisión de no extraditar a Jesús Santrich opacó el debate sobre el crecimiento, y recordó que la profunda polarización e incertidumbre política eclipsa y afecta el panorama económico.

Muchos analistas están preocupados por la falta de gobernabilidad y la incapacidad de la administración para sacar adelante sus reformas, lo cual pone al país en la mira de las calificadoras. El exministro de Hacienda Rudolf Hommes retrató así la situación en un tuit: “Con todo el lío creado por la renuncia del fiscal ha pasado desapercibido que la economía creció por debajo del 3 por ciento que esperaba el Gobierno y el 3,2 que pronosticaba el Banrepública que ya eran expectativas decepcionantes. ¿Cuándo nos ocuparemos de esto?”.

Esta afectación aparece claramente en la confianza de los consumidores medida por Fedesarrollo: en el mes de abril volvió a terreno negativo al caer 9,6 por ciento. Sin duda, la incertidumbre política y la polarización limitan el repunte del consumo y pueden afectar la inversión.

Al agregar a esto el deterioro del mercado laboral y el incremento reciente en la tasa de desempleo a dos dígitos, queda claro que la economía no está creando los empleos suficientes para absorber el crecimiento de población económicamente activa.

Las expectativas

Al comenzar el año, los analistas apuntaban a que la economía crecería alrededor del 3,26 por ciento en 2019. Con la mejora en varios sectores, ellos siguen esperando que este sea un año de recuperación. No obstante, con el lento arranque y si la construcción no despega, habrá que esperar datos más cercanos al 3 por ciento.

El Dane revisó el PIB de 2018 a la baja, de 2,7 a 2,6 por ciento, lo cual representa una base estadística más disminuida para crecer.

El lento ritmo de la actividad económica debería tener repercusiones. Para el Banco de la República implica mantener una política monetaria con tasas estables por algún buen tiempo. Incluso, hay quienes sugieren reducirlas.

El Gobierno también tiene tareas pendientes. Desde revisar sus anuncios fiscales y políticas de subsidios hasta trabajar por mejorar su relación con actores de la política, para evitar que el crecimiento se descarrile por efectos de la polarización.