La educación inicial es por esencia diferencial

Según la especialista cada niño tiene una historia de vida, experiencias previas, una familia detrás y un contexto sociocultural.

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La experta chilena en educación para la primera infancia, Mónica Manhey Moreno, comparte en esta entrevista aspectos fundamentales de una educación inicial con énfasis en enfoque diferencial.

 

“Todos somos singulares. Algunos maestros creen que el enfoque diferencial se relaciona solo cuando tienen niños en condición de discapacidad o con algún origen étnico marcado, y no es así. No es excluyente o solamente para un grupo de personas”, así define Mónica Manhey Moreno, jefa de la carrera de Pedagogía en Educación Parvularia de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, la educación inicial con énfasis en enfoque diferencial. 

La experta chilena visitó el país recientemente en el marco del encuentro académico ‘Retos para una educación inicial diferencial y dignificadora’, celebrado en días pasados en Bogotá.

La especialista, quien compartió sus experiencias y conocimientos con 400 maestras y maestros de educación inicial de Bogotá, es educadora de párvulos con Magíster en Educación, con Mención en Educación Parvularia de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación de Chile y actualmente cursa estudios doctorales en la Universidad de Granada (España). 

Manhey cuenta con una importante trayectoria en instituciones públicas de su país y ha realizado importantes aportes a la educación en Ecuador, Venezuela, Panamá, México y Nicaragua. Conversamos con ella sobre la importancia del respeto a la singularidad de las niñas y niños, la evaluación, el rol de las familias y los retos pedagógicos para lograr una educación inicial con enfoque diferencial.

 ¿Qué entendemos por educación
inicial con enfoque diferencial?

Desde sus inicios, la esencia de la educación inicial es este enfoque de educación diferencial, no es una moda o una novedad. Cuando la educación inicial comenzó en 1844, Federico Fröebel, a quien se le conoce el padre de la educación inicial en Alemania, la denominó Jardín Infantil, ‘kindergarten’, aludiendo a que se parecía a un jardín donde todas las plantas y las flores se veían iguales. Sin embargo, cada una tiene su propia raíz, su propia vida. Cada niño es distinto. La educación infantil desde sus inicios, tiene por principio la singularidad, una educación no homogeneizante donde los niños no son una masa y donde hay que tratarlos con un profundo respeto como persona única, singular e irrepetible.

 Sobre  su experiencia como educadora para ilustrar la importancia de fortalecer la singularidad en la educación inicial

Durante 10 años seguidos trabajé con grupos de niños de 2 a 6 años juntos. Fue una gran apuesta porque, normalmente, los grupos de niños están divididos de 2 a 3, de 3 a 4, de 4 a 5, de 5 a 6; y uno tiende a creer, como educadora, que todos tienen los mismos objetivos de aprendizaje, las mismas experiencias, los mismos gustos, y no es así.  

Al tener un grupo heterogéneo en edades, todos los días tenía presente que cada niño es único e irrepetible. 

Las maestras y maestros no podemos olvidar que no todos los niños tienen los aprendizajes al mismo ritmo. Entonces, un gran llamado es a no trabajar con ese determinismo biológico, que significa que un niño tenga 4 años y por eso debe saber ciertas cosas.

Cada niño tiene una historia de vida, experiencias previas, una familia detrás y un contexto sociocultural.

Como educadora, jamás traté de homogeneizar las prácticas educativas y, por eso, ofrecí todos los días alternativas distintas, los objetivos de aprendizaje eran diversos, los recursos también y, por eso, los niños podían elegir de acuerdo a su singularidad, sus intereses, características, circunstancias y fortalezas.

 Los  retos de los maestros para aterrizar el enfoque  diferencial

Hay muchos retos, pero tendría que tener claras 4 preguntas: Cómo son los niños del grupo con el cual estoy, y ese ‘cómo son’ no puede ser igual al del año pasado, aunque los niños tengan las mismas edades y para eso tengo que hacer un diagnóstico.  La segunda, cómo aprenden esos niños, porque hay diferentes tipos de inteligencias, diferentes formas de aprender, por lo tanto, diferentes formas de enseñar. La tercera, qué tienen que aprender los niños, como dónde viven, las características especiales de su familia de su contexto cultural, rescatar lo valiosos que son los contenidos culturales y familiares; y cuarta, cómo tengo que enseñarles, porque no es lo mismo enseñarle a un grupo que a otro, a un niño que a otro. 

Entonces, si yo respondo estas 4 preguntas, no estaré haciendo una práctica autómata. Por esta razón, uno de los retos más importantes es que los educadores hagan una cierta metacognición y reflexión permanente, que considere lo que está haciendo, cómo lo está haciendo y el sentido de sus prácticas pedagógicas.

 

Mónica Manhey Moreno, experta chilena en temas de educación inicial.
Mónica Manhey Moreno, experta chilena en temas de educación inicial.




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