Según el Ministerio, se trata de una resolución concertada con el sector privado y tiene como objetivo principal reducir los riesgos de hipertensión arterial y otras enfermedades prevenibles.
De acuerdo con el ministerio y diferentes estudios internacionales la hipertensión arterial es la enfermedad que tradicionalmente más se asocia a elevadas ingestas de sal/sodio y a su vez es el principal factor de riesgo para el desarrollo de la enfermedad cardiovascular.
La Organización Mundial de la Salud, OMS, calcula que los costos directos e indirectos de la presión arterial aumentada consumen del 5 al 15% del PIB en los países de ingresos altos, y del 2,5 al 8% en América Latina y el Caribe. El organismo recomienda el consumo máximo de 2 gramos de sodio al día o 5 gramos de sal, lo cual es ampliamente superado por muchos alimentos como caldos deshidratados, embutidos o comida en paquete.
De esta forma, el ministerio busca bajar el contenido de sodio por ejemplo a atunes, sardinas, jamones, chorizo y otros embutidos, así como a galletas, todos los tipos de maní, mantequillas, salsas, panes, quesos, sopas, tortillas de maíz y muchos otros.
La reglamentación cambia el etiquetado de los productos, pues los alimentos procesados deberán expresar su contenido de sodio en miligramos por cada 100 gramos de alimento y en porcentaje a la cantidad diaria recomendada. Algo parecido a lo que ya se hace con las calorías.
Por último, hay que decir que será el Invima el encargado de ejercer las funciones de inspección, vigilancia y control, en coordinación con las Entidades Territoriales de Salud.
Otros países de América Latina han tomado medidas.
En Argentina y Chile, las autoridades sanitarias han trabajado con éxito con panaderías grandes y pequeñas para reducir el contenido de sodio del pan, una de las principales fuentes de sal alimentaria en ambos países. En Brasil, las principales asociaciones de fabricantes de comida han reducido el contenido de sal en el pan preparado industrialmente en un 10%.
Varios países han incluido el sodio en el rotulado nutricional y como parte de las recomendaciones alimentarias nacionales. Incluso en Argentina los saleros son prohibidos en las mesas de restaurantes desde 2011 y desde el 2013 pasa lo mismo en los colegios de Uruguay.