El sabroso Ron Caña el trago que ni ‘guayabito’ daba

Publicación de EL INFORMADOR en el que se aprecia la importancia del Ron Caña en los eventos sociales.

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Puede sonar a una apología al alcoholismo, pero mencionar el trago símbolo de la tradición local, con arraigo en la cultura que va desde el mar hasta las sabanas; amenizador de fiestas patronales y paganas, sin distingo de clases sociales, no va de la mano con los relatos de borrachones, sino con la historia misma de Magdalena.

Por: Mario Ibarra Monroy
Redacción EL INFORMADOR

A qué horas el Ron Caña se convirtió en buena parte del siglo XX en el licor insigne de Magdalena? Solo los conocedores de la bebida hecha a base de la miel de caña lo sabrán, como Jorge, un jubilado de la extinta licorera quien atribuye su popularidad a esa “fiebre” por aquellas bebidas elaboradas mágicamente en alambiques y que amenizaron desde las hogareñas parrandas en los pueblos más remotos ubicados en el ‘c...de la mula’ de Magdalena, hasta encopetadas recepciones como ingrediente de cócteles.

Esa fiebre del Ron Caña viralizó todos los estratos sociales: bailes de casetas en carnavales y en clubes de la ‘high criolla’ no solo en Santa Marta, también en Valledupar, Barranquilla y hasta la misma Cartagena. Pero para hablar del Ron Caña hay que remontarse a la historia de esta región.

Según describe en sus investigaciones el escritor Raúl Ospino Rangel, en la hacienda Papare (donde hoy están los muelles carboneros de Ciénaga) hacia el siglo XVI fue creado el primer centro manufacturero que producía azúcar y alcohol para la exportación. “En los trapiches y en la destilería de la hacienda, se produjo el Ron Papare”, describe en su investigación.

También entra la hacienda San Pedro Alejandrino, donde en sus trapiches, hacia mediados del siglo XIX, le fue adjudicado a Joaquín De Mier y Benítez, propietario de las extensas tierras que iban desde Mamatoco hasta más allá de Minca, la producción de la panela, miel y ron que era comercializado por el acaudalado hacendado a través de su flotilla de barcos por todo el Caribe.


Quien lo veía nacer

Eudoro Barros aún tiene las coyunturas callosas en ambas manos, las cuales por más de dos décadas se fueron formando por su paso en la antigua Fábrica de Licores del Magdalena, cada vez que amarraba a diario los sacos de fique donde se empacaban las viejas botellas de Ron Caña rumbo a su distribución por todo el Caribe colombiano.

“Metía treinta o sesenta botellas en los sacos y los tenía que amarrar para asegurarlas”, cuenta Eudoro, quien recuerda que cada recipiente estaba cubierto con seretas, envoltorios de fibras orgánicas que las protegían ante los golpes. Alrededor de los años sesenta se pasó de los sacos a las tradicionales cajas que le dieron una mejor presentación.

El hombre de la ‘fórmula mágica’

Había una sola persona dentro de todo el proceso de gestación del Ron Caña en su época dorada y del resto de licores, que conocía la verdadera receta para su adictivo sabor y que era considerada un ‘secreto industrial’.

Algunos lo llamaban químico práctico, otros ‘técnico alcoholista’, lo cierto es que Emiliano Benavidez emergió desde la creación de la Fábrica de Licores en los cincuenta del siglo veinte, como el cerebro que manejaba la fórmula perfecta para elaborar el Ron Caña original y que empezó a ser tan apetecido hace más de sesenta años.

Incluso, cuentan quienes trabajaron junto a él, que ya pensionado seguía contratado en la empresa. “Fue el tipo que más trabajó en la Licorera”, recuerda Miguel Pérez, quien lo acompañó en el laboratorio por 19 años.

Con gran esfuerzo para extraer de los recovecos de su memoria recuerdos del viejo Emiliano, don Eudoro recuerda que una vez habían prescindido de sus servicios, siendo reemplazado por otros dos químicos que al primer ensayo no dieron con ese buqué que caracterizaba al Ron Caña, tomando un sabor amargo “como a cobre”.
El veterano técnico tuvo que ser ‘repatriado’ a la Licorera para enderezar la calidad del producto.

“El químico era el que hacia sus cosas y él no dejaba que vieran lo que estaba haciendo, solo decía: échele al tonel aquel esto”, explica por retazos Barros.

Cuenta que el secreto para darle el sabor característico del ron fue guardado hasta que se lo cedió al departamento a su salida.

El color caramelo que lo caracteriza es una especie de tinte natural que se adquiría en Cali y que se le echaba al ron destilado que era transparente.

Antigua Fábrica de Licores del Magdalena.
Antigua Fábrica de Licores del Magdalena.

El origen de la Industria Licorera del Magdalena

Por medio del decreto 688 de 1957, emanado por la Gobernación de Magdalena, nació la Industria licorera de Magdalena, entrando en operaciones 1960, en reemplazo de la vieja fábrica de licores que llevaba funcionando desde los primeros años del siglo XX.

La nueva empresa estuvo encargada de fabricar el Ron Caña, Ron Centenario y el anís Río de Oro.

La Industria Licorera del Magdalena era una entidad descentralizada de la administración departamental y encabezada por una junta directiva.

Hacia comienzos de los sesenta se trasladó de la factoría original ubicada en la calle 24 con carrera 1C, hacia Gaira, donde fue construida una moderna edificación con una inversión de siete millones de pesos y un personal de 200 empleados.

Retorna la Fábrica de Licores del Magdalena

Apareció en 1998 y se dedicó a la fabricación y comercialización de ron y aguardiente.

Hasta el año 2000, el Ron Caña y sus derivados fueron producidos por la Fábrica de Licores de Bolívar y comercializados para Santa Marta y otros mercados nacionales por la firma Cañamar Ltda.

Bajo la administración José Domingo Dávila Armenta, en el año 2003, la empresa Santana Licores S.A, de Barranquilla, a través de licitación, obtuvo la concesión la producción de los licores en Magdalena, entre ellos el Ron Caña y el Cañazo. 

Se le adjudica a Emiliano Benavides Rangel, nativo del municipio de Guamal, la creación de los productos que elaboraba y distribuía la Industria Licorera del Magdalena:

Ron Caña: decía que no tenía parentesco alguno entre los licores de su tipo, teniendo un menor porcentaje de alcohol que el resto del país, lo que indicaba que su ingesta tenía un mínimo de nocividad.

Ron Centenario: como su nombre lo indica era un ron añejo de gran demanda en el departamento y de consumo inmediato en el país.

Anís Rio de Oro, Aguardiente Tayrona: productos que eran de gran demanda en el departamento.

Charry Brandy: Era considerado por los más finos catadores extranjeros como un producto que debía estar en todos los mercados del exterior. Estaba hecho a base de uva española y naranja criolla basado en una receta francesa, con catorce grados de alcohol y era el preferido en reuniones sociales. Estaba considerado como el mejor vino nacional según dictamen de expertos

Materia prima

Para la elaboración del Ron Caña, la materia principal era la miel extraída de la caña de azúcar, proveída de los cultivos que había en las fértiles tierras de la Zona Bananera. Cuentan los viejos conocedores en su fabricación que fue tal la demanda del producto que hubo en los sesenta y setenta, no solo del Ron Caña sino del Ron Centenario, que tuvieron que buscar la materia prima en las grandes extensiones de cañaduzales ubicadas en Yumbo, Valle del Cauca, y hasta del corregimiento de Sincerín, en Arjona, Bolívar, o en el peor de los casos se compraba panela.

“A la fábrica llegaban a diario cantidades de tambores llenos de miel y era una miel limpiecita”, recuerda don Roberto Mindiola, pensionado.

El abastecimiento de la Zona Bananera era muy superior al que suministraban los cañaduzales ubicados en Gaira, que poco aportaban a la producción del licor.

Originalmente la presentación del Ron Caña estaba en los 375 mililitros empacados en cajas de 30 unidades. Hace cincuenta años tenía un costo por caja de 325 pesos, es decir, diez pesos con ocho centavos la unidad.

Para los ricos estaba el Ron Caña especial, el cual provenía de un tonel que solo se utilizaba para ciertas ocasiones, en las que se seleccionaba una cantidad específica de botellas para eventos desde la sociedad local, hasta cumbres presidenciales. Tenía un añejamiento superior a los siete años y cuentan los que lo alcanzaron a degustar que sobresalía entre los licores más finos que había no solo en Colombia, también en el Caribe.

Para los entendidos, viejos trabajadores de la licorera, la bebida insigne que producía no era el Ron Caña, era el Ron Centenario. El ‘güisqui de los pobres, el ron de los ricos’, con ese eslogan le daban la buena reputación a un producto de mejor elaboración y que por años se mantuvo vigente, razón de su precio hace cinco décadas (once pesos la botella de 375 mililitros). Pero por cuestiones de malas administraciones, el contrabando terminó diluyéndose en el paladar de los tomadores de trago.

El ron se acabó en Santa Marta, pero no en los pueblos

Con la llegada de la bonanza marimbera y el auge del contrabando desde La Guajira, el Ron Caña perdió posicionamiento, pasó a ser desplazada por los güisques escoceses que venían camuflados en camiones junto a cajetas de cigarrillos, a buen precio y con mayor variedad.

Es ahí que el otrora apetecido ron de los samarios va entrando más en las tierras de la provincia, teniendo a poblados como Fundación, Pivijay, Aracataca, Plato y otras localidades ribereñas, como los puntos de ventas más efectivos.

“De aquí salían todos camiones cargados con 900 cajas de 24 botellas para todos esos pueblos. Recuerdo a un señor de Fundación que compraba unas seiscientas de esas cajas para para distribuirlas a los pueblos del Cesar”, cuenta Eudoro Barros.

El Ron Caña se convirtió en buena parte del siglo XX en el licor insigne de Magdalena.
El Ron Caña se convirtió en buena parte del siglo XX en el licor insigne de Magdalena.

La caña y su origen en el Caribe

Cuenta la historia que el uso de la caña de azúcar comenzó hace más de 3.000 años a.C en la isla de Nueva Guinea. De allí salta a la India y luego al resto del mundo antiguo.

Su aparición en América estuvo relacionado con el segundo viaje de Cristóbal Colón, quien intentó infructuosamente introducir el cultivo en la isla La Española (hoy República Dominicana-Haití).

Pero ya en 1501 fueron creciendo las primeras palabras a Santo Domingo, de allí al resto de islas y América del sur.

En Colombia

Fue el fundador de Cartagena, Pedro de Heredia, quien llevó la caña a la región norte del país y hacia 1541 Sebastián de Belalcázar, fundador de Santiago de Cali, la plantó en el Valle del Cauca, en su estancia en Yumbo.

Bebida de filibusteros

La relación del licor con los piratas y corsarios va ligada al origen mismo del ron.

Hacia el siglo XVII los plantadores en las islas del Caribe descubrieron que tras la extracción del azúcar quedaba un líquido espeso color marrón llamado melaza, que al destilarse producía la bebida alcohólica.

Ingleses y escoceses, afamados tomadores de güisqui y que llegaron a arrebatar los tesoros en las Antillas, amoldaron sus gustos por esta fuerte bebida.

El Ron Caña como parte del menú

los rones como el Ron Caña son un tipo de licor que le dan un sabor exquisito a la mayoría de las comidas.

Se puede usar para adobar carne y pescado, es perfecto para los asados, y un buen complemento para algunas salsas, un buen ejemplo sería en un fricasé de carnero o el plato de langosta.

Incluso es un ingrediente ideal para algunos postres, como el bizcocho de naranja o incluso un pastel de chocolate.

El cañero, una cultura peculiar

Algunos consideraban a los cañeros como cierto grupo de alcohólicos que al son de la música y con unos pocos pesos se dedicaban cualquier día de la semana a consumir Ron Caña. Por lo general eran gente del vulgo quienes bajo la sombra de un frondoso almendro en una esquina o cualquier ventorrillo del otrora ‘Callejón de las meonas’ lo degustaban en la Santa Marta de antaño.

Pero también estaban los obreros, mano de obra no calificada que trabajaba en los muelles de la Bahía, que se dedicaban con la paga de su trabajo los sábados a consumir botellas de Ron Caña en una de las reconocidas tiendas de los chinos, ya sea la de Lola (calle del Pozo con sexta) o donde el viejo Wong en la ferrocarril con cuarta. Y qué decir de los comerciantes rasos del mercado, verduleros y carniceros, estos últimos con la tenue justificación que el ron calentaba ante el ‘frío’ que produce la carne.

1.650 Fue el año, según documentos provenientes de la isla de Barbados, cuando se llamaba al antiguo ron ‘kill devil’ (Mata Diablo).
El origen de la Industria Licorera del Magdalena


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