Buque Gloria, medio siglo de travesías

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Hace 50 años, el 9 de octubre de 1968, zarpó del Puerto de Ferrol, en España, rumbo a Cartagena, la embarcación que se convertiría en la insignia de la nación. 

El Buque Escuela ARC Gloria suma 50 años de vida en el mar, no solo embarcando los sueños juveniles de los futuros marinos de Colombia, sino siendo el principal embajador del país.
De este a oeste, de sur a norte, el Gloria ha demostrado el espíritu emprendedor, vocación marinera y símbolo de libertad de la patria.

La embarcación, que comenzó a ensamblarse en 1967, ha servido como referencia a países hermanos y como el mejor emblema nacional en mares y puertos del mundo entero.

Historia

Se cuenta que en 1966, en muchas reuniones de trabajo o de índole social con los mandos militares, el tema preferido del almirante Orlando Lemaitre, excomandante de la Fuerza Armada Nacional, siempre fue la necesidad del buque escuela.

Finalmente, con su emotividad y claros razonamientos, llegó a entusiasmar tanto al entonces Ministro de Defensa, General Gabriel Revéiz Pizarro, que este, convencido de la necesidad del buque y frente a varios oficiales durante una reunión social, manifestó su aprobación al proyecto y para confirmar su decisión, tomó una servilleta y escribió: “Vale por un velero”, firmando con su nombre.

Tras este curioso “pacto”, el contrato formal se firmó el 6 de octubre de 1966 con la Sociedad de Construcción Naval Española, con sede en Bilbao, y se puso en ejecución en abril de 1967.

Primer viaje del Buque Gloria

En agosto de 1968 fue asignado un grupo de marinos conformado por oficiales, suboficiales, cadetes y personal civil para trasladarse a Bilbao, con el objeto de participar en la última etapa de construcción y recepción del velero. Fue bautizado Gloria en honor de la esposa del General Revéiz Pizarro, quien murió antes de verlo hecho realidad. Su nombre también emana de la grandeza del deber cumplido.

El 7 de septiembre de 1968 a las 5:30 de la tarde, mientras el buque estaba atracado en el muelle del Canal de Deusto, en Bilbao, se llevaron a cabo los actos oficiales para la ceremonia de izado de la bandera de Colombia en la embarcación, tras lo cual se procedió a tareas de instrucción de la nueva tripulación y a las pruebas de mar del velero a cargo del primer capitán Benjamín Álzate Reyes. Finalmente, el 9 de octubre de 1968 zarpó a su primer viaje, desde el puerto de Ferrol, La Coruña, con rumbo al puerto de Cartagena de Indias, donde arribó el 11 de noviembre de 1968.

Cinco décadas de historia

En estos primeros cincuenta años, el Buque Escuela ARC Gloria ha navegado un total de 827.808 millas náuticas durante 8.822 días, que equivalen a 24 años y medio; de ellas, 152.173 han sido a vela, 229.891 combinando velas y motor y 445.743 solo a motor gracias a sus 1.300 caballos de fuerza.
El Gloria ha visitado 190 puertos en 77 países, ha cruzado 12 veces el Meridiano 180º, 44 veces la línea del Ecuador, 39 veces el Meridiano 0º y le ha dado dos veces la vuelta al mundo: en 1970 y en 1997.

Veinticinco cruceros de grumetes y 52 de cadetes han puesto al buque escuela en todos los puntos cardinales del planeta. El puerto más al norte que ha visitado es Helsinki, Finlandia; el más al sur, Ushuaia, Argentina; el más al oriente, Wellington, Nueva Zelanda; y el más al occidente, Honolulú, Estados Unidos.

Composición del buque

El Buque Escuela ARC Gloria es un bergantín barca con un aparejo de tres palos: Trinquete, Mayor y Mesana, y en cuyas vergas se aferran 23 velas entre cuadras y latinas que incluyen foques, estays y en el Mesana: cangreja y escandalosa.

Entre sus espacios internos se destaca la cámara de Oficiales, la cámara de Tripulantes, el salón Almirante Padilla que igual oficia como biblioteca o cámara de Guardiamarinas.
El salón principal, llamado Rancho General, es el de mayor área, es aula de día, comedor y dormitorio de cadetes en la noche, cuando se cuelgan las hamacas y es el ritmo del balanceo de las olas, las que arrullan el sueño de los que reposan tras la dura faena que impone, ya sea el viento cambiante o las jornadas de instrucción académica, que no se abandonan y que hacen parte integral de la formación de hombres de mar y de ciencia, de teorías y postulados en simbiosis con la dura práctica de mantener el rumbo al compás del viento, a pesar de tormentas y avatares.

Ya sobre cubierta destacan tres espacios principales: la “toldilla” en la popa, el “alcázar” en la cubierta media y el “castillo” sobre la proa.
En la “toldilla”, sea fondeado o en puerto, se agasajan los visitantes que disfrutan de la hospitalidad de una tripulación que ha hecho historia, por casi medio siglo en los puertos y mares del mundo, despertando admiración por las destrezas aprendidas en largas y solitarias jornadas de navegación, donde además de las contingencias de cualquier aventura épica, hay que enfrentar los propios miedos e inseguridades, hasta lograr el pulso firme que un comandante necesita para salirle avante a las dificultades que plantea cualquier destino incierto.


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