SOS por las abejas

Más que productoras de miel

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Son una de las especies más importantes para el equilibrio del planeta, sin embargo, se encuentran en peligro de extinción.

Por: Daniela A. García Gómez
Redacción EL INFORMADOR

¿Desde hace cuánto tiempo no ve una abeja? Para responder esta pregunta, seguramente más de uno tuvo que hacer memoria. Y es que cada vez es más difícil observar estos insectos. ¿Por qué?

En 2016, el Servicio de Pesca y Vida Salvaje de Estados Unidos las incluyó en la lista de especies en peligro de extinción, debido a la acelerada reducción de sus poblaciones.

Ambientalistas, investigadores y apicultores exteriorizan su preocupación ante la realidad. Y con razón… Y es que las abejas cumplen roles indispensables para la vida en la tierra.

Seres nobles

Las abejas son mucho más importantes de lo que se piensa. La producción de alimentos a nivel mundial y la biodiversidad terrestre dependen en gran medida de la polinización, un proceso natural que permite que se fecunden las flores y den así frutos y semillas. Esta especie, y otros insectos como mariposas y abejorros, son unos de los grandes responsables de este proceso y, sin embargo, sus poblaciones están disminuyendo a pasos de gigante.
Cada año, las abejas se encargan de polinizar plantas y cultivos agrícolas, que suministran al hombre, verduras, frutas, frutos secos, aceites y derivados; además de pasturas y forrajes para alimentación de los animales y preservación de los árboles. Es por esto que su drástica disminución representa una amenaza para la seguridad alimentaria y los ecosistemas.

Causas de la desaparición

Rodrigo Vásquez Romero, experto en especies menores de la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria, Agrosavia, asegura que son varias las causas a las cuales se les atribuye la disminución de las abejas, entre ellas la agricultura intensa y el uso de plaguicidas e insecticidas.
El especialista en buenas prácticas apícolas agrega que otros factores son los virus y los ataques de agentes patógenos como ácaros, avispas y el pequeño escarabajo de la colmena.

El entomólogo sostiene que entre las causas de la disminución se cuentan, además, la modificación genética de los cultivos y los cambios medioambientales. Por su parte, María Pilar Gallón, ambientalista que se ha dedicado a la conservación de la especie, agrega que otro factor a considerar es el “miedo” que sienten los seres humanos hacia ellas.

“La primera reacción de una persona cuando ve una abeja es matarla, en las comunidades, por ejemplo, las envenenan o las queman. Esa es una causa importante de la disminución y se da por el desconocimiento y la falta de educación sobre estos insectos”.

Consecuencias graves

De acuerdo con Vásquez Romero, la desaparición de las de las abejas va a causar “uno de los mayores desastres de esta época”, ya que la especie cumple un papel fundamental en los diferentes cultivos en su proceso de polinización.

“Si desaparecen las abejas nos debemos olvidar de su miel y de todos los productos que ellas proporcionan, pero el principal factor es el de la polinización dirigida de los cultivos, ya que la importancia de esta especie radica en esa función”.
Gallón, por su parte, recuerda que estos insectos producen más que miel. De ellos también se deriva el propóleo, el polen, la jalea real y la cera, productos que incluso pueden representar una fuente de ingresos.

“Uno puede conseguir miel ahora en todas partes, pero no miel pura, sino una de mentira. Supuestamente hay más producción y ventas, pero son falsas mieles”.

Acciones de preservación

Para Vásquez Romero, son varias las acciones que se deben emprender, entre ellas sacar del mercado los plaguicidas que más las afectan. “Hay que tomar acciones por parte de las entidades encargadas de regular el uso de estos productos y realizar un acompañamiento en estas prácticas de manejo a los productores agrícolas”.

Gallón agrega que desde el punto de vista de las comunidades, es importante educarlas para que no le teman a la especie. “No hay que quemarlas ni envenenarlas, sino pedir la ayuda de entidades que puedan darles un buen manejo”.

Considera que sembrar huertos en zonas urbanas, que representen corredores naturales, son un buen inicio para apoyar a estos insectos. “Si no sembramos plantitas, ellas no van a tener alimento”. 

Situación en el Magdalena

El fenómeno de la desaparición de las abejas inició en Estados Unidos, sin embargo, luego se evidenció en Suramérica, incluyendo a Colombia, recuerda Oscar Uribe, apicultor.

En el caso del Magdalena, entre las principales causas de la disminución de las poblaciones de la especie son el envenenamiento por insecticidas y la quema por parte de las comunidades.

Uribe, quien tiene 20 años de experiencia en la apicultura, recuerda que en el departamento, entre los años 2000 y 2008, existió un proyecto denominado ‘familias guardabosques’, que consistía en la cría de abejas para la conservación y producción.

Sin embargo, el proyecto llegó a su fin en 2008, luego que ese año 250 colmenas murieran debido al envenenamiento por las fumigaciones y la quema por parte de los desplazados que llegaron a la Sierra Nevada de Santa Marta.
Otro factor fue el desinterés hacia esta forma de producción, la cual, asegura Uribe, es más rentable de lo que se piensa. Y es que de las abejas no solo se obtienen la miel, el propóleo, la jalea real, la cera y el polen, sino que pueden venderse las especies a los productores para el proceso de polinización en cultivos.
En ese momento en el Magdalena se registraban 4.800 colmenas de abejas, más del doble de las que se tienen contabilizadas actualmente, que se ubican en 2.300.

“La vocación apícola en el departamento es muy poca, aunque hay algunos apicultores que están tomando fuerza en zonas como Siberia, Minca, Bonda y Don Jaca. Económicamente es una actividad rentable, pero la gente no lo cree porque desconoce el tema, además que así se contribuye con la conservación de la especie”.

“Yo he hecho propuestas a diferentes entidades, como la Gobernación, para crear una granja de producción apícola, para criar abejas, en vista del problema a nivel nacional y aprovechando la fortaleza en las estribaciones en la Sierra Nevada, pero no me escuchan”.

Uribe agrega que en el departamento no existe cultura de preservación de estas especies, puesto que cuando las comunidades dan aviso de la presencia de estos insectos, las autoridades proceden a matarlas, en vez de llamar a los apicultores para que las retiren.