Plaza de la Catedral, tomada por la informalidad

Con ventas ambulantes, habitantes de calle, basuras y malos olores se topan quienes transitan por la plaza que rodea al templo religioso más representativo de Santa Marta, un escenario poco apropiado para un sitio considerado monumento nacional.

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S i un punto de interés tiene el Centro Histórico es sin duda la Catedral Basílica de Santa Marta, uno de los íconos de la ciudad desde el punto de vista histórico, arquitectónico y cultural.
Tal escenario se encuentra rodeado de una plaza amplia y abierta, que de alguna manera permita observar la belleza de la estructura religiosa.

Esa antesala es justamente la Plaza de la Catedral, lugar por el que transitan tanto los locales como los miles de turistas que llegan cada año a conocer los encantos de la llamada “Perla de América”, entre ellos uno de los templos más antiguos de Latinoamérica y donde reposaron alguna vez los restos de Simón Bolívar.

Pero la imagen que se encuentran tanto propios como extraños de este emblemático sitio no es del todo memorable. Y es que en esa zona de gran valor patrimonial hay elementos que rompen la estampa propia del lugar.

Los vendedores informales se apropiaron de buena parte de este espacio, que está catalogado como Monumento Nacional desde el año 1959, cuando por la ley 163 se le dio ese reconocimiento a todo el Centro Histórico de Santa Marta.

Las ventas, tanto ambulantes como estacionarias, son de todo tipo. Ofrecen ropa, calzados, bebidas, fritos, minutos y hasta artículos religiosos. Todo sobre el adoquinado de la plaza. Estos puestos y carritos de mercaderías, le quitan vistosidad a uno de los templos considerados más hermosos de la capital del Magdalena.

De noche hay ventas ambulantes de comidas que se toman el borde de la plaza, junto a la calle 16. Allí se aglomeran los comerciantes y los clientes que llegan a comprarles, haciendo que resulte una odisea transitar. Los policías que realizan rondas por el lugar no hacen nada por despejar la vía.


Los problemas
Raúl Márquez, un docente quien frecuenta casi a diario el lugar, tiene todo un rosario de críticas en cuanto a la imagen que ofrece la Plaza de la Catedral, una de las cartas de presentación de la ciudad.

Mientras permanece sentado en una de las bancas, indica que además del problema de la invasión del espacio público, está el tema de la proliferación de habitantes de calle en la zona antigua.

“Estas personas llegan y se orinan las paredes de la Catedral, la tienen de baño público, eso denota que hace falta mayor vigilancia. Estamos hablando de una de las iglesias más antiguas de América”, resalta el hombre.

Añade que estos individuos que no tienen donde vivir, acuden a la plaza en busca de un lugar para dormir. “Eso le da un mal aspecto a esta zona que es bastante frecuentada por los turistas y por los mismos samarios”.

El docente considera que desde el Distrito debería existir un programa que atienda las necesidades de estas personas que por distintas circunstancias no tienen un sitio para descansar, de manera que no usen los espacios públicos para tal fin.

Eduardo Salcedo, estudiante, asegura que la Plaza de la Catedral luce sucia y un tanto descuidada. “Hace falta más limpieza, porque es un lugar muy frecuentado por habitantes de calle y vendedores ambulantes”.

Sin opción para quienes tienen carro
La plaza de la Catedral fue reconstruida en el marco del llamado Plan Centro, el cual se ejecutó entre los años 2000 y 2009, tras un acuerdo entre la Dirección de Patrimonio del Ministerio de Cultura y la Alcaldía Distrital.

La primera fase del proyecto; que incluyó las Plazas de la Catedral, San Francisco, Parque de Bolívar, Santander –de los Novios-, San Miguel, El Camellón y la calle 19; tuvo una inversión de 20 mil millones de pesos (10 millones de dólares para esa fecha) y contempló la peatonalización del Centro Histórico, para reducir el paso de vehículos por la zona antigua.

Ocho años después de culminada la primera etapa del plan de recuperación, para algunos las modificaciones siguen siendo un problema. “Desde que quitaron el parqueadero que estaba aquí e hicieron las calles más angostas, el tráfico se obstruye y es más difícil para la familia venir a misa, porque no hay espacio donde dejar los carros”, agrega Márquez.

Por: Daniela García
Fotos:Orlando Marchena