Plaza San Francisco, venta de licor a cielo abierto

Las ventas de todo tipo de licores ocupan todo el costado derecho de la plaza San Francisco.

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Como un total contrasentido, la placita menor que se construyó como antesala a la parroquia de San Francisco, es hoy la venta de ron y whisky más grande de la ciudad, una actividad impensable para un sitio considerado Monumento Nacional.

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Situada en el Centro Histórico, en la calle San Francisco (13) con Callejón Real (carrera 3), a tan solo dos cuadras de la Alcaldía de Santa Marta, se encuentra la Plaza San Francisco, construida como antesala a la parroquia que lleva  el mismo nombre, una de las más antiguas de la ciudad.

El lugar, considerado desde el inicio como una placita menor, está declarado Monumento Nacional desde el año 1959, cuando por la ley 163 se le dio ese reconocimiento a toda la parte vieja del centro.

Aunque tiene de fondo una de las iglesias más bonitas de “La Perla de América”, la vista se ve truncada por los vendedores estacionarios que durante años se han apoderado del lugar. Y es que, en total contrasentido, la plaza que se creó como antesala del templo religioso, se convirtió a un costado  en la venta de licores a cielo abierto más grande de la ciudad.

Pese a que en principio estos comercios solo se ubicaban en la zona por las noches, los días viernes y sábado se hace más común verlos desde mucho antes que se oculte el sol y los domingos se encuentran durante todo el día.

Estos improvisados locales se tomaron el lado por la carrera cuarta para vender whisky, ron y todo tipo de bebidas embriagantes, sin ningún tipo de control por parte de las autoridades. Junto a sus kioscos, disponen toda la basura que generan, entre ellas cajas y plásticos.

“La plaza está sucia, estos vendedores tienen todo desorganizado. Tienen un ´cajeterío´ en el suelo que se ve horrible”, asegura Josefa Thomas, quien asiste a las misas en la San Francisco.

La mujer además agrega que más de una persona se queda tomando en el lugar, pese a que la ingesta de licores en sitios públicos está prohibida según el Código de Policía y Convivencia, y de paso aprovechan de hacer sus necesidades en la plaza.

“Hay partes que son el inodoro público, la gente se orina y el olor a veces se vuelve inaguantable”, añade la ama de casa.

Además de todo,  prestan una especie de “autoservicio”, por lo que en las noches sus clientes se parquean junto a la plaza a elegir entre una variedad de bebidas alcohólicas, mientras dificultan la circulación por la zona.


El problema

Estos comerciantes informales son los que inicialmente se ubicaban en los andenes de la carrera cuarta, cuando la misma pasaba por un lado de la plaza, antes de ser cerrada en el marco del llamado Plan Centro, culminado en 2009 por el Ministerio de Cultura.

Cuando la carrera quedó obstaculizada en este punto, estos vendedores, quienes nunca fueron reubicados, decidieron tomarse la plaza para ejercer sus actividades y ahí permanecen hasta el sol de hoy, sin que la autoridad distrital se apropie de la situación.

La primera fase de la recuperación del Centro Histórico tomó nueve años y fue entregada finalmente en 2009, tras una inversión de 20 mil millones de pesos (unos 10 millones de dólares para esa fecha).

Con el proyecto se buscaba mejorar la imagen de la parte antigua de la ciudad, para el disfrute de los samarios y de los 500 mil turistas que se proyectaba que visitaran anualmente a “La Perla”; pero los trabajos que se realizaron desde entonces son difíciles de apreciar entre los puestos improvisados que se instalan en el lugar.

Y es que no son solo los comerciantes de bebidas, cada día llegan vendedores de todo tipo a ofrecer sus frituras, jugos, minutos y cualquier mercadería. Allí instalan sus carritos y abren sus parasoles, impidiendo cosas simples como hacer una buena fotografía del templo.

Álvaro Ospino Valiente, arquitecto e historiador, asegura que la recuperación del Centro Histórico realmente no ha finalizado, y que solo se culminó la primera parte, entre otras cosas porque el Distrito no ha cumplido con la parte que le corresponde, que es el rescate del espacio público.

Dormidero de habitantes de calle

Cuando el sol empieza a caer, a los vendedores de licores se unen los habitantes de calle, quienes llegan en busca de una banca donde pasar la noche.

“Uno viene temprano a esperar que abran los bancos y no se puede sentar, porque estas personas están durmiendo en los asientos. Ya a las 7:00 de la noche las bancas están ocupadas y al día siguiente son las 8:00 de mañana y es lo mismo”, asegura Efraín Blanco, un pensionado.

La emblemática plaza, en general, luce bastante sucia. Nadie sabe si la fuente que se le hizo en el medio sirve o no, pues por ahora es solo un depósito de basuras y aguas lluvias, el ambiente idóneo para la cría de mosquitos.

Hasta hace un mes el adoquinado estaba en muy mal estado, sin embargo, la cercanía de los Juegos Bolivarianos hizo que el Distrito pusiera su mirada en la plaza, al menos en este aspecto, por lo que se ordenó reponer las piezas faltantes en el sitio.

La parroquia San Francisco surge a partir de 1597, cuando llegó a la ciudad la Compañía Franciscana. El templo religioso se estableció en el lugar actual a partir de 1662 y en torno a ella se desarrolló lo que se consideraba una Plaza Menor, cuenta Álvaro Ospino Valiente, arquitecto e historiador. En este sitio también funcionó el Mercado Público de Santa Marta.

Por: Daniela García
Redacción EL INFORMADOR