Parque de Bolívar, de todos y de nadie

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Es el corazón del Centro Histórico y punto de partida para el crecimiento de la ciudad. Pese a su importancia está sumido en la decadencia, convertido en epicentro de la prostitución, indigencia e informalidad. Las autoridades poco o nada hacen para devolverle el espíritu que algún día tuvo.

Las trabajadoras sexuales pasan día y noche en las inmediaciones del parque.
Las trabajadoras sexuales pasan día y noche en las inmediaciones del parque.

Aunque es uno de los sitios más concurridos de la ciudad, en realidad es uno de los más olvidados. El Parque de Bolívar —que de entrada tiene la denominación incorrecta, puesto que se trata más bien de una plaza— está en el corazón del Centro Histórico. El emblemático lugar fue el punto de partida para la planificación de Santa Marta.

Parque de Bolívar, de todos y de nadie.
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Parque de Bolívar, de todos y de nadie.
Parque de Bolívar, de todos y de nadie.
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Constituida desde su génesis como la plaza principal de la ciudad, alrededor de este espacio fueron establecidas las instituciones públicas más importantes, por lo que es el paso obligado para cientos de personas a la hora de hacer sus trámites o ir al trabajo, elegida por turistas interesados en conocer la historia de “La Perla” y el escenario fijo de eventos departamentales y distritales.

Pero pese a sus atractivos arquitectónicos, culturales e históricos, el Parque de Bolívar, Monumento Nacional desde 1959, cuando por la ley 163 se le dio ese reconocimiento a todo el Centro Histórico, está sumido en la decadencia.

Epicentro de la prostitución

Lo que se bautizó inicialmente como Plaza Mayor, que era el sitio de reunión de la sociedad samaria y donde predominaban las tertulias de la época,  es ahora  el epicentro de la prostitución, la indigencia y la informalidad.

Por el antiguo sitio de encuentro hoy deambulan día y noche las prostitutas, quienes ofrecen sus servicios sexuales con desparpajo y sin tapujos, frente a las cientos de personas de todas las edades que transitan por la zona.
“Ya no respetan ni a los niños, ni a las otras mujeres, ni las horas, pasan aquí todo el día. Se levantan la falda frente a los hombres como si nada, a plena luz del día”, asegura una vendedora de tintos quien prefiere no divulgar su nombre.

Los espectáculos en el día son vistos por quienes atraviesan la plaza para llegar a sus trabajos, los pensionados que se sientan a pasar el rato y los turistas que curiosean en la parte vieja de la ciudad.

Lo peor surge en las noches y la madrugada. El sitio se convierte en una especia de burdel al aire libre, donde las trabajadoras sexuales salen a hacer pasarela en busca de alguna pareja, teniendo en mira sobre todo a quienes salen de sitios nocturnos cercanos. Allí se pasean con poca ropa.

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Habitación a cielo abierto

En las noches, además de las prostitutas, en el parque se concentran también los habitantes de calle, esos que al parecer siguen estando fuera del programa de atención que asegura tener para ellos el Distrito.

Nada más empieza a caer el sol, cuando estas personas se van apoderando de las bancas, que hacen las veces de cama. Convierten la plaza en su propia habitación, donde no solo duermen, sino que también hacen sus necesidades fisiológicas. Su baño es sobre todo la Fuente de las Cuatro Caras, la estructura hecha en mármol de Carrara y que data del año 1848.

“Aquí llegan y ocupan las bancas, cuando uno viene en las mañanas los encuentra durmiendo. Hacen sus necesidades en la fuente, ahí llegan y se esconden, por eso a veces el olor no se soporta”, cuenta una vendedora de chance que prefiere no revelar su identidad.

José Antonio Valencia, un jubilado quien acude a diario a la plaza, asegura que entre las prostitutas y los habitantes de calle se apoderaron del lugar. “A veces uno no tiene dónde sentarse porque ocupan todos los asientos”.

Otro fenómeno que se observa en este “lugar de esparcimiento” es la drogadicción, tanto en jóvenes como en adultos. “Aquí vienen y se fuman sus cosas, a cualquier hora del día, pero sobre todo en las noches”, cuenta la vendedora de lotería.

Invasión del espacio

Otros que están apropiados del sitio son los vendedores informales, quienes ofrecen sus fritos, bebidas, minutos, dulces, chance, entre otros productos, en carritos que les permiten pasearse por todo el lugar.

Aunque aseguran que son quienes se encargan de mantener los árboles regados y el parque limpio, en realidad sus comercios improvisados afectan la estampa que debe tener una plaza considerada patrimonio.

En el año 2009, cuando se culminó la primera fase de la recuperación del Centro Histórico, el compromiso de la Alcaldía, entonces representada por Juan Pablo Díaz Granados, con el Ministerio de Cultura, era la preservación del espacio público, sin embargo, desde entonces poco o nada se ha hecho al respecto.

¿Falta de autoridad?

Los problemas de prostitución descontrolada, establecimiento de habitantes de calle e invasión del espacio público ocurren justo en frente de la Alcaldía, la entidad que debe velar por el cuidado, mantenimiento y preservación tanto del Parque de Bolívar como de todo el Centro Histórico.

De acuerdo con Álvaro Ospino Valiente, arquitecto e historiador, la estampa que muestra la plaza es reflejo de la falta de autoridad por parte del Distrito.

En agosto, ante la cercanía de los Juegos Bolivarianos, el alcalde Rafael Martínez ordenó la reparación de los adoquines y los bolardos, que tenían meses deteriorados y daban un aspecto aún más deprimente del sitio.

Pero las justas deportivas que se llevarán a cabo en noviembre, y que atraerán a miles de personas a la ciudad,  hasta ahora no han servido para que se atiendan también los problemas sociales que se observan en el lugar, todo se ha quedado en el maquillaje.

Por: Daniela García
Redacción EL INFORMADOR


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