“Si no estuviera en la cárcel, estaría muerto”

Los internos en la Eucaristía hacen sus plegarias en la capilla Nuestra Señora de las Mercedes en la cárcel.

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En el marco de la celebración del Día de la Virgen de Las Mercedes, la patrona de los privados de la libertad, EL INFORMADOR presenta un especial sobre cómo se refugian en la fe los internos de la cárcel Rodrigo de Bastidas.

Por: Anayancy Vidal
Redacción EL INFORMADOR

En el Establecimiento Penitenciario y Carcelario de Mediana Seguridad de Santa Marta, mejor conocido como la cárcel Rodrigo de Bastidas, se encuentran 1.459 personas tras las rejas, algunas de ellas se han permitido reflexionar sobre aquellos actos que comprometieron parte de su destino, creyendo que nunca es tarde para volver a empezar y que existen segundas oportunidades en la vida.

Alejados de sus seres queridos, han encontrado regocijo con Dios y la Virgen María, y a pesar de los momentos de soledad, su fe no desfallece.

Uno de esos casos es el de Andrés Manjarrés, quien lleva cuatro años privado de la libertad y llegó al Establecimiento Penitenciario y Carcelario de Mediana Seguridad de Santa Marta en marzo de 2015, cuando fue trasladado desde la cárcel de Ciénaga.

El hombre comentó que tiene dos procesos en su contra por delitos que lo obligan a pagar casi 150 meses en prisión, más otro proceso que viene en camino.

Manjarrés reconoce que sus errores lo llevaron a pagar una condena y asegura que el ingreso a la cárcel por lo menos le ayudó para fortalecer su fe.

“Es irónico, pero doy gracias al Señor de estar aquí –en prisión-, porque si no muy seguramente estaría muerto”, fueron las palabras del privado de libertad, quien reconoce su oscuro pasado y las malas andanzas con amistades peligrosas, casi todas fallecidas.

Estando dentro de la cárcel, Manjarrés conoció a la Virgen de las Mercedes, a quien ve como “la madre de los presos”. “Ella es una esperanza para nosotros y la celebramos todos los 24 de septiembre”. El hombre guarda la ilusión de volver a encontrarse con sus dos hijas y demostrarles que es un hombre nuevo y que existen las segundas oportunidades para empezar un mejor camino.

El encuentro espiritual

Para el padre Jovani Restrepo, párroco de la iglesia de María Eugenia, quien fue nombrado capellán de la cárcel hace seis años, asegura que cuando los internos entran al centro penitenciario, muchos vienen de tener experiencias delictivas y cuando se encuentran con ambientes religiosos se acercan más por curiosidad.

“Tras acercarse a la celebración eucarística terminan descubriendo lo que en la calle no conocían”, cuenta el sacerdote, quien tras años de atender espiritualmente a la población carcelaria ha logrado un gran acercamiento.

“Ellos dicen aquí me siento en paz, me siento bien, aquí me escucharon, aquí es donde la palabra está cambiando mi vida”, relata el padre citando a uno de los privados de libertad.

El sacerdote los confiesa, los bendice y los pone al tanto de acontecimientos religiosos que ocurren extramuros, como la visita del Papa a Colombia y todos los mensajes de que dejó a los colombianos. Incluso les llevó una imagen tamaño real del Sumo Pontífice para que los reclusos tuvieran la oportunidad de tener su foto con el Santo Padre.

La patrona de los internos

Para muchos de los que se encuentran en este centro de reclusión, la Virgen de Las Mercedes representa una  figura maternal, según lo manifiesta el padre Restrepo.

La imagen de esta advocación de María se encuentra en el área frontal derecha de la capilla que se encuentra en el centro de los patios de la cárcel. “Para ellos, la imagen de la Virgen más que ser la de una santa es la de una madre, la madre de gracia y de misericordia”, afirma el capellán. “La verdad es que los privados de libertad no encuentran a la Virgen, es Ella quien los encuentra a ellos.

La Virgen de Las Mercedes que se encuentra en la capilla, fue decorada por los mismos internos en celebración de su día.
Imagen tamaño real del Papa Francisco, con la que los reclusos tuvieran la oportunidad de tener su foto con el Santo Padre.
El padre Jovani Restrepo, quien oficia los actos religiosos dentro de la cárcel.
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Un poco de historia

De acuerdo con información suministrada por el Inpec, al final del siglo XIX la cárcel funcionaba donde hoy existe el colegio Hugo J. Bermúdez, estructura conocida popularmente como las 14 ventanas, edificación que estaba destinada inicialmente para un colegio de artes y oficios.

Ante el crecimiento del casco urbano y el aumento de la población reclusa, en el año 1952, bajo el gobierno de Laureano Gómez, se inició la construcción del hoy Centro de Reclusión de Santa Marta, que se denominó Rodrigo de Bastidas.

En el año 1957, durante el Gobierno del General Gustavo Rojas Pinilla, habiendo culminado la construcción, se reubicó la Cárcel de Varones allí, dejando la Reclusión de Mujeres en la calle 19, en un pabellón especial con entrada independiente al Colegio Hugo J. Bermúdez. Posteriormente la Reclusión de Mujeres se reubicó en la calle 10C No.4 – 15, en una edificación contigua a la Inspección Central de Policía, conocida popularmente como Inspección Norte.  En el año 1987 fue trasladada al pabellón anexo en la Cárcel de Varones, en donde se encuentra en la actualidad.



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