Internos en la fe

“Papel”, uno de los privados de la libertad, lleva tatuada la imagen de la Virgen.

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En el marco de la celebración del Día de la Virgen de Las Mercedes, la patrona de los privados de libertad, EL INFORMADOR presenta un especial sobre cómo se refugian en la fe los internos de la Cárcel Distrital Rodrigo de Bastidas.



Unos son culpables, otros son inocentes. Todos tienen algo en común: les toca cumplir una condena intramuros en el Establecimiento Penitenciario y Carcelario de Mediana Seguridad de Santa Marta, mejor conocido como la cárcel Rodrigo de Bastidas.

Allí, dentro de la tristeza que implica estar encerrados y alejados de sus seres queridos, muchos han reconocido sus fallas y se han aferrado a la fe para reconfortarse y sobrellevar su condena. Su reencuentro con Dios y la Virgen María les ha dado consuelo.

En el marco de la celebración del Día de la Virgen de Las Mercedes, la patrona de los privados de libertad, EL INFORMADOR muestra historias de algunos reclusos que se han refugiado en esta advocación de la Madre de Dios.

Con una capacidad para 318 personas, el Establecimiento Penitenciario y Carcelario de Mediana Seguridad de Santa Marta alberga actualmente a 1.459 hombres y mujeres, de acuerdo con las cifras aportadas por la Defensoría del Pueblo.



Punto de encuentro

En medio del encierro y el hacinamiento, los privados de libertad se abocan a realizar diferentes actividades, entre ellas deportivas y religiosas. Una de ellas tiene lugar cada viernes a las 8:30 de la mañana, en la Capilla Nuestra Señora de Las Mercedes que está dentro del penal.

La pequeña estructura, con capacidad para albergar a unas 200 personas, la mantienen limpia. Los mismos internos se encargan de arreglarla y decorarla cuando hay una actividad religiosa especial. En ella predominan dos imágenes: la de Jesús crucificado en el altar y la Virgen de las Mercedes en el costado derecho.

De acuerdo con Elizabeth Montero, subdirectora de la cárcel desde hace seis años, la capilla es un espacio humanístico que se encuentra entre los patios y que se ha convertido en un espacio de esperanza y perdón para algunos de los internos, como una zona de tregua en la que dejan a un lado los rencores y temores y se unen por una única razón: la fe.

En ella los reclusos se confiesan con el capellán, el padre Jovani Restrepo, asisten a misa, comulgan, hacen adoraciones, cantan alabanzas y hasta realizan sus retiros espirituales guiados por sus hermanos los Emaús.



Ellos mismos se organizan para hacer sus lecturas, algunos hacen de músicos con maracas y panderetas para amenizar los cánticos e incluso ayudan al padre con el servicio religioso.

Ninguno asiste a la misa obligado, por el contrario, cada viernes son quienes esperan al sacerdote para escuchar su homilía. Al finalizar, hacen filas para que el padre los bendiga a ellos o algún Rosario, estampa o escapulario.

El viernes 22 de septiembre, en el marco de la conmemoración del día de la Virgen, los privados de libertad asistieron a una misa oficiada con Monseñor Luis Adriano Piedrahita, quien llevó palabras de esperanzas a estas personas.

Testimonio de fe

“Papel”, como se le conoce a uno de los privados de la  libertad y quien prefiere no aportar su nombre, es un hombre de menos 50 años que cumple su condena por un delito que opta por no revelar.

Dentro de la Rodrigo de Bastidas conoció la advocación de la Virgen de los mercenarios, como también se le conoce a Nuestra Señora de las Mercedes. “Creo en ella desde hace 15 años –el tiempo que lleva en prisión-, ella sabe lo que hice y lo que hoy guardo en mi corazón”.

Su fe la refleja en un tatuaje de gran tamaño que lleva en la parte superior del brazo derecho, imagen que ya luce azulada por el paso de los años. Con orgullo muestra su obra de arte corporal, que fue hecha por un compañero de celda norteamericano quien pasó una temporada en ese lugar.

La patrona de los privados de libertad

En el año 1200 el comerciante Pedro Nolasco tuvo la iniciativa de ayudar en el rescate de cautivos, vendiendo cuanto tenía para la liberación del mayor número posible de esclavos, quienes eran comercializados por los musulmanes.
Estando Nolasco en oración, la Virgen María se le apareció y le encargó que fundara una orden religiosa. En pocos días el hombre cumplió el mandato y le dio nacimiento a Los Mercedarios.
Durante los siguientes seis siglos, su legado pudo liberar a más de ochenta mil cautivos, incluso estuvieron expuestos a convertirse en rehenes para restituir la libertad a otros cristianos en peligro de perder su fe.
Alrededor de 1.500 mercenarios derramaron su sangre por la libertad de los cristianos. Así nació la devoción hacia Nuestra Señora de las Mercedes.

Por: Anayanci Vidal
Redacción EL INFORMADOR


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