“En 100 años habrá guerras por la naturaleza”

Rumaldo Lozano Gil.

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Rumaldo Lozano Gil, líder indígena de Ciudad Perdida, asegura que los hombres son desagradecidos con la tierra.



Desde el “corazón del mundo”, como describen  los kogui a la antigua ciudad tayrona, el Mamo realiza trabajos de pagamento a la madre naturaleza como retribución por todo lo que entrega y, sobre todo, para pedirle por su pueblo y sus alimentos.



Habita en el “corazón del mundo”, entre todas las tonalidades de verdes imaginables que brinda la vegetación y rodeado de una paz casi absoluta. Rumaldo Lozano Gil es el mamo –líder- de Teyuna, como llaman los indígenas a Ciudad Perdida, el antiguo bastión de la civilización Tayrona hallada hace apenas 41 años en los confines de la Sierra Nevada de Santa Marta.

También conocido como Burtica-200, el emblemático poblado prehispánico está ubicado en la vertiente norte de la Sierra Nevada de Santa Marta, sobre el filo de una cuchilla transversal que se desprende del cerro Corea, en dirección Sur-Norte, a una altura de entre 900 y mil 200 metros sobre el nivel del mar.

Aunque la ciudad fue construida entre los años 700 y 800 d.c. por comunidades indígenas tayrona, no fue descubierta sino hasta 1976 por un equipo de arqueólogos del Instituto Colombiano de Antropología.

“Los mayores decían que este sitio era el corazón del mundo”, cuenta Lozano Gil, quien se presenta como el líder espiritual indígena y encargado de Ciudad Perdida desde hace  más de 15 años.


El personaje

El hombre mide alrededor de 1.55 cm de altura. Porta la vestimenta tradicional de los kogui: pantalón (kalasuna) y camisa blanca (yakna) con mangas tres cuartos, de tela gruesa, tejida por ellos mismos y que le permite soportar el frío. Habla y se mueve de forma pausada y tranquila.

Vive en la parte alta del lugar junto a 10 familiares, que incluyen a sus esposas, hijos y yernos. Habitan en unas chozas circulares hechas con palma y madera, como las que se ven en las imágenes de los libros de historia.

“En la comunidad somos 180 indígenas, el pueblo completo. Yo soy el mamo de todos, la autoridad mayor en Ciudad Perdida”, agrega.

“Soy el que trabaja espiritualmente, le hago favores a la madre naturaleza Serankua, ese es el dios de nosotros”, cuenta con un español a medias mientras mastica una bola verde de hoja de coca, una tradición de estas comunidades ancestrales.

Lozano Gil tiene como misión hacerle pagamentos a la naturaleza, “llevarle ofrendas a Serankua” para la protección de su pueblo y para que les provea los alimentos. Explica que los tributos consisten en entregar cuentas verdes o rojas en los sitios sagrados.




Creencias


Para los kogui, las piedras que terminaron en las manos de guaqueros y en museos, extraídas años atrás de los sitios sagrados, afectaron el equilibrio de la tierra. A eso le adjudican los desastres naturales y el cambio climático.

Teme que algún día las personas terminen matándose, por ejemplo, por el agua, debido a que no se le retribuye a la tierra por todo lo que entrega.

“Tenemos muchas cosas, pero nos falta hacerle favores a la naturaleza, por eso habrá guerras. Dentro de 100 años ella ya no nos querrá cuidar. Eso es lo que estamos esperando, la guerra de nosotros por la naturaleza”, advierte el líder indígena.



Limpieza espiritual

Lozano Gil pasa horas meditando en  su maloka, que según él es como “una oficina”, donde también recibe al resto de los mamos cuando suben hasta Ciudad Perdida. Allí se reúnen cada dos meses.

Cuenta que en septiembre se encontrarán todos los líderes indígenas de las comunidades Kogui, Arhuaco, Kankuamo y Wiwa de la Sierra Nevada. “Sesenta mamos vienen desde Don Diego, Palomino y otros lugares; vamos a hacer una limpieza en los sitios sagrados”.

En virtud de ello, nadie, a excepción de los mamos, los indígenas, los funcionarios del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (Icanh) y las autoridades militares, podrán ingresar a este territorio.

Básicamente lo que en esos días se realizará en Ciudad Perdida serán rituales de pagamento en donde los mamos se reunirán para confesar y recoger las ofrendas que colocarán en distintos puntos del lugar.

Lo harán como alimento para el territorio de tal manera que quede equilibrado y en armonía con las leyes ancestrales.

Los kogui

Los kogui son un pueblo amerindio de Colombia que habita en la vertiente norte de la Sierra Nevada de Santa Marta, en los valles de los ríos Don Diego, Palomino, San Miguel y Ancho. Hablan su propia lengua. Están organizados por poblados, en los cuales la autoridad es el “mamo”, figura central que encarna la ley sagrada.

Los mamos

El mamo es el personaje central dentro del sistema de representación de los Kogui. Él es el intermediario entre las fuerzas celestiales y los hombres. Su sabiduría y conocimiento permite el equilibrio entre las fuerzas.

Interacción

Los kogui conviven con al menos 60 soldados del Ejército, la única presencia del Estado en Ciudad Perdida, quienes velan por el cuidado del medio ambiente, de las tradiciones ancestrales y de los turistas –en su mayoría extranjeros- .

“No tenemos problemas con los turistas. Hace como 20 años se hizo un acuerdo con nosotros los indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta y se dio el permiso para las visitas. Estamos acostumbrados a ello. Los soldados también nos respetan mucho, están cuidando los sitios sagrados”, dice Rumaldo Lozano Gil, mamo del emblemático poblado prehispánico.

Por Daniela A. García Gómez
Enviada especial
Fotos: Daniela García / Edgar Fuentes