Las dos veces que la muerte tocó a su puerta

En la celebración del Día de la Virgen de Fátima, al igual que el de la Madres, el padre Wilman estuvo presente en las parroquias de Manzanares y del Troconisrespectivamente, en esta última presidiendo la misa domincal.

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En medio del momento más crítico de su vida, el padre Wilman Fernández Guerrero da testimonio pleno de cómo la obra de Dios se vio reflejada en él, considerándola como un milagro que aún los especialistas que lo atendieron por casi cuatro meses no se explican. Aquí parte de ese relato que prueba que con fe todo se puede para el hombre.

En la celebración del Día de la Virgen de Fátima, al igual que el de la Madres, el padre Wilman estuvo presente en las parroquias de Manzanares y del Troconisrespectivamente, en esta última presidiendo la misa domincal.
En la celebración del Día de la Virgen de Fátima, al igual que el de la Madres, el padre Wilman estuvo presente en las parroquias de Manzanares y del Troconisrespectivamente, en esta última presidiendo la misa domincal.

El lapso entre noviembre del 2016 y febrero del 2017, jamás será olvidado por el padre Wilman Fernández Guerrero. Fueron los días que estaba postrado en la cama de una fría habitación del Hospital Pablo Tobón Uribe  de Medellín.

Allí, a punta de pruebas sanguíneas las 24 horas y punzadas raquídeas, transcurría su jornada como enfermo declarado con linfoma, el quinto tipo más común de cáncer y que por lo general es detectado cuando ya los síntomas llevan suficiente ventaja.
Junto a su madre Amalia Guerrero, quien lo acompaña permanentemente en su recuperación.
Junto a su madre Amalia Guerrero, quien lo acompaña permanentemente en su recuperación.

—Para mí ha sido una prueba muy grande; algún mensaje me estará dando Dios con esto—, explica sentado bajo el kiosco de la casa de mamá en Ciénaga.

En seguida se le vienen a la mente esos últimos días en el Centro de Evangelización San Rafael Arcángel, o capilla del Troconis.

—De ahí salí solo cuando me enfermé—, relata con nostalgia  luego de 16 años al servicio de una comunidad, que como él mismo considera, llegó para ayudar a las ovejas sin pastor que había en Santa Marta.

A medida que pasaban los días los dolores, al igual que la angustia,  fueron más intensos. En noviembre una continua retención de líquidos le produjo hinchazón en su cuerpo, por lo que fue remitido a cuidados intensivos para someterlo a diálisis. Considera que fue el primer encuentro con la muerte.
La comunidad que se congrega diariamente en la capilla del Troconis vive al pendiente de su estado de salud. A su llegada el pasado domingo, Julio Coquíes, monaguillo, los recibe con un fuerte abrazo de bienvenida.
La comunidad que se congrega diariamente en la capilla del Troconis vive al pendiente de su estado de salud. A su llegada el pasado domingo, Julio Coquíes, monaguillo, los recibe con un fuerte abrazo de bienvenida.

—¿Sintió miedo de la muerte?—

—Te confieso que sí, pero no por la muerte en sí, sino porque uno no se prepara para ello. —

La fama del padre  se remonta a su arribo al hoy Santuario Nuestra Señora de Fátima en 1990, cuando apenas llevaba tres años como clérigo.

—Saqué adelante la Renovación carismática, que por ese entonces estaba tomando auge, creándole una casa sede —, describe con orgullo.

Allí las misas de sanación, la devoción hacia la Divina Misericordia y de la Rosa Mística daban cuenta de un creciente afecto hacia ese mensaje epistolar, acaparando la atención domingo a domingo de los fieles que no daban abasto en la capilla.

Pese a un estado convaleciente, sometido al tratamiento post quimio, y con un valor que solo lo merman sus ojos sollozos, Wilman retoma la experiencia vivida y cuenta la segunda cita cercana con la muerte.

—Hubo otro momento, el médico consideró que para no hacer más punciones en la columna había que instalar en la cabeza un dispositivo eléctrico. —

El procedimiento de nuevo fue más que agobiante y doloroso, medio cuerpo quedó paralizado.

Aferrado a los familiares que lo auxiliaban en todo, el sacerdote sentía que sus días terrenales podían culminar de un momento a otro.

El milagro divino otra vez apareció: al padre le fue descubierto un absceso en el cerebro al que extirparon y cuyos resultados en patología  no lo relacionaron con algún elemento cancerígeno.

Manteniendo a los fieles informados en todo momento y pidiendo que rogaran por su salud, entró a terapias de recuperación volviendo a la movilidad completa en su cuerpo en corto tiempo.

—¿Antes de pasar por estos duros momentos, tenía un concepto diferente a lo que conoce acerca de la muerte?—

—Mire señor periodista: ¿De qué me sirve en la vida acumular cosas materiales y no tener salud? Disfruta en vida todo lo que más puedas con tus seres queridos. —

Lo impensable le  sucedió: aquellos consejos de consolación que daba en los sepelios a las familias de los difuntos cambiaron de destinatario.

—Todas esas palabras que yo decía a esas personas que perdieron amigos y seres queridos, ahora me las tenía que aplicar a mí mismo—, relata con la serenidad que lo caracteriza.

El último milagro

Algo extraordinario sucedió cuando iba a iniciar su tercera sesión de quimioterapia, el médico que lo trataba descubrió que el cáncer había desaparecido.
Según relata el padre Wilman los especialistas aún no se explican qué pasó, por qué los sofisticados aparatos alemanes no siguieron detectando la enfermedad que invadía su cuerpo.

"Solo hay que mirarlo desde la fe", explicó.
Decidieron seguir con las sesiones hasta la sexta, entre los meses de enero y marzo del 2017.
A partir de allí no ha tenido ninguna manifestación negativa de su organismo. A mi no me dio nada, ni fiebre ni dolencias, ni malestares, nada
Los médicos le reconocieron que vieron en él un milagro.

Preguntas sueltas

—¿Cómo se imagina ese encuentro con Dios?—
—Con los brazos abiertos, de un Dios misericordioso, que no me va a juzgar por lo malo que haya hecho, si no por el bien que sembré en mucha gente.—

—¿Tiene un pasaje bíblico relacionado con lo que está pasando?—
—Me aferro al pasaje bíblico el cual escogí cuando me ordené: “Ya no soy quien vive, es Cristo quien vive en mí (Gálatas 2-20)”.—

—¿En esa etapa tan difícil, la fe se le quiebra a las personas?—
—A mi no se me quebraba, pero sí te confieso que le pedía mucho a Dios que me sacara de esa situación. Yo asumía eso como una prueba y no le reclamaba.—

Convertido en leyenda

Nacido del hogar de Eliécer Fernández y Amalia Guerrero en el barrio Miramar de Ciénaga, un 29 de octubre de 1959, su nombre obtuvo aires semilegendarios cuando desde la parroquia de Fátima impulsó la iniciativa la cual denominó ‘Misas de liberación’.

— Al principio no lo manejaba, me toco aprenderlo. —

— ¿Por qué lo aprendió?—

— Por necesidad del servicio. Había gente que llegaba a consultarle a uno ciertos temas referentes a eso; me impulsó a investigar, buscar ayuda  para responder a ello. —

De ahí en adelante creó una reputación que en la comunidad católica local no desconocen

—Cuando empezaron a ver esos resultados referentes a la brujería y los demonios, lógicamente se volvió mucho más atractivo el santuario. —

— ¿Qué se siente hacer algo como esto?—

—Uno siente que se pone en contacto con Dios y el rechazo del mal. Es como una energía que te repela e incluso te ataca, ya que la persona empieza a manifestar síntomas de rechazo, demostrando la presencia del mal con las miradas, sus palabras y actitudes. —

Y fue gracias a lo que él llama “radio bemba”,  el voz a voz de las personas hablando sobre ese tema que le dio fama a la capilla y en especial a su presencia allí.

— Yo veía caras nuevas los fines de semana, eso crecía y crecía y las misas se llenaban dentro en el patio interno y afuera hasta la mitad del parque. —

—¿Cómo manejar esas liberaciones de espíritus o exorcismos,  con una Iglesia Católica no muy de acuerdo con esas prácticas? —

—Con mucha prudencia, para no tener problemas con la iglesia y con la gente que le colaboraba.—

No oculta que varias veces monseñor Ugo Puccini Banfi le llamó en su momento en ocasiones la atención, pidiéndole prudencia.

—¿Tiene alguna explicación científica?—

—No.—

Siempre mantuvo contacto con un psiquiatra, y el mismo especialista decía que había cosas que no se explicaba.

—Las medicinas no funcionaban y solo con la oración de liberación se le veía mejora.—

— El mal está más metido de lo que uno de lo imagina en la familia;  tiene un objetivo: destruir al ser humano, alejarlo de Dios; divide a la misma iglesia a nivel interno, la estrategia del demonio es divide y vencerás. —

Por Mario Ibarra Monroy

Redacción EL INFORMADOR







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