El goce de leer a través de un crìtico

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Por. Mario Ibarra Monroy

Fotos: Edgar Fuentes Acosta

Confesó en medio de estantes con olor a madera y repletos de libros, que devoró con gozo y placer cada una de las páginas de Cien Años de Soledad en una playa de Santa Marta a los 16 años, algo que había hecho clandestinamente en una finca de Cundinamarca tres años atrás, ante la prohibición de sus mayores, quienes lo consideraban un texto de contenido solo para adultos, especialmente por las apariciones de Pilar Ternera.

 

Con esa historia Luis Fernando Afanador abre como preámbulo una improvisada disertación sobre cómo gozar la lectura, aquella que se hace sin ataduras, por el mero interés de leer lo que a uno le guste.

Enlaza el tema con la anécdota de los hijos de García Márquez cuando le encomendaron de tarea en la escuela averiguar cuál era el símbolo del gallo en El Coronel no tiene quien le escriba. Al preguntarle a su padre, quien se quemó las pestañas para narrar las desventuras del coronel, simplemente no supo qué responder.

“Así no se lee, no buscando símbolos, sino disfrutando las palabras”, advierte con experiencia este abogado con maestría en literatura.
Para él la lectura obligada, esa que exigen por una nota de calificaciones de tarea, nunca resultará fructífera
“Fui profesor nueve años y entendí una cosa: un profesor convence si está embestido de una pasión, y si lee con pasión, de seguro lo trasmite.
Tienen que ver en qué momento y cuál es la necesidad del lector para que no se presenten vacíos y no caigas en el rechazo”, dio como consejo este hombre de las letras, crítico de libros en la revista Semana.

Luis Fernando Afanador es un hombre dedicado a la lectura, quien dice que entre tanta basura que publican, existen historias atractivas con mucha calidad narrativa.
El periodista y crítico literario visitó Santa Marta y concedió entrevista a EL INFORMADOR.
Un hecho que demuestra que los libros impresos siguen siendo un buen negocio, son las librerías abiertas por el gigante de la Internet, Amazon.
Durante su visita a Santa Marta estuvo en la librería y café El Amanuense, en donde compartió una tertulia literaria en torno a la obra de Gabriel García Márquez, junto a su colega Julio Olaciregui. En la imagen, los periodistas y el administrador del si
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Con la pasada Feria del Libro, ¿siguió notándose la falta de interés de los jóvenes por la lectura?
“El evento para los jóvenes en la feria fue la llegada de un youtuber chileno (risa)”.

¿En esta avalancha tecnológica, se avizora la extinción de las publicaciones impresas?
“El año anterior pasó un hecho interesante: bajó la lectura de libros electrónicos y subió el libro impreso. Amazon, que iba a acabar con el libro físico, terminó abriendo una librería en Seattle (EU), como reconociendo el poder del libro impreso, que es un elemento muy fuerte en la cultura”.

Con el poco interés de los jóvenes por buenas lecturas, ¿el papel del crítico se mantiene ahí?
“La literatura es un mensaje que no tiene un solo sentido. Todo libro bueno propone una interpretación, el crítico simplemente es quien motiva a que se lea el texto y al final es un lector más”.

¿Los diferentes textos de lectura hoy se han vuelto monótonos, o existe mucha variedad en la literatura?
“Cuando yo hago la lista de los mejores diez libros del año, siempre me sobran, eso quiere decir que cada año hay por lo menos diez que valen la pena, eso no quiere decir que no se deja de publicar basura, la industria editorial lo necesita.
Hay mucha editorial independiente que está publicando cosas muy buenas que las editoriales grandes no hacen porque no se venden mucho, pero así no se lea hay que seguir publicando, incluyendo los clásicos de Shakespeare y Cervantes”.
Expone como ejemplo a un escritor español que adaptó El Quijote al lenguaje moderno, para buscar el interés de los jóvenes.

¿Qué opinión tiene de aquellas obras que llevan al cine?
“Mi primera experiencia de adaptación de una novela fue acabando de leer El Padrino, cuando vi la película no sentí ninguna traición. Pero por ejemplo a las obras de García Márquez les ha ido mal con el cine.
Mi teoría es el traslado de un lenguaje a otro. La ventaja del cine es la animación y mientras uno lee imagina algo distinto a otro. Por ello el cine es un imaginario plasmado, en el cual puede haber una decepción para quien se formó un sueño cuando la leyó y es muy diferente en la pantalla grande”.

¿Qué pasa con el periodismo literario que casi no se ve?
“La pregunta es ¿qué pasó con el periodismo? Digamos que el periodismo literario se está leyendo en libros y ya no en revistas. Hay algo como irregular.
Los medios cometieron un error cuando apareció la Internet, porque en vez de competir con lo suyo, que eran cosas buenas, pensaron imitar y publicaron textos ligeros y planos, adaptando esos formatos a los periódicos, volviéndolos light”.

 



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