El desarrollo inmobiliario de Santa Marta está de espalda al mar

El territorio donde funciona el Aeropuerto Simón Bolívar ocupa un aproximado de 20 hectáreas a un costado del mar Caribe.

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UNIDAD INVESTIGATIVA
EL INFORMADOR

En materia inmobiliaria, la industria turística de   Santa Marta no tiene como expandirse. Por el norte la ciudad tiene 15.600 hectáreas de área costera en manos del Parque Nacional Natural Tayrona;  en el centro, el sector de Playa Lipe, junto a Bellavista, es utilizado como área militar, más al sur el  ya densamente poblado por edificios, El Rodadero,  no resulta tan atractivo para la inversión hotelera.

 ¿Qué le queda a Santa Marta?, tomar la vía a Ciénaga y llegar hasta  Bello Horizonte, ya ocupado por lujosas edificaciones y encontrarse con las tierras en pleito de Pozos Colorados, que aún no dirimen los estrados judiciales si pertenecen a la Nación o a una tradicional familia samaria que reclama 65 hectáreas frente al Mar Caribe.

Luego de pasar por un reducido grupo de nuevas construcciones en las que se haya el Hotel Mercure y las torres construidas por el Irotama se topa con el último complejo hotelero de prestigio en el Distrito en esa zona, Zuana.

A partir de allí, casi tres kilómetros de playa y edificios que no pueden superar los cuatro pisos se chocan con el espacio aéreo que controla la Aeronáutica Civil en el Aeropuerto Simón Bolívar y que colindan con los puertos carboneros, encontrándose entre ellos varias edificaciones entra las que se destacan  el  Hotel Decamerón, antes de toparse con la quebrada ElDoctor, zona límite con el municipio de Ciénaga.

Si a esto se le suma la obstrucción natural  provocada por los cerros que derivan de la Sierra Nevada, poco o nada de espacio libre le resta al Distrito para ofrecer un verdadero corredor inmobiliario al servicio del turismo.

Y es en la zona sur, donde el crecimiento que se hace en pequeños tramos, donde promete convertirse en el polo de desarrollo de la Santa Marta internacional que se requiere.

La construcción de la doble calzada, minimizando la conexión de trayecto terrestre con áreas urbanas más amplias como Barranquilla y un corredor férreo que se proyecta como tren de cercanías, y la posibilidad de convertir al Distrito en un área metropolitana, conduce automáticamente a formular ciertos cuestionamientos: ¿Hacía dónde debe extenderse la vocación que por naturaleza posee la ciudad? ¿Por qué los grandes empresarios del turismo no ponen sus ojos sobre Santa Marta, como sí lo hacen en otras ciudades del Caribe?

Quizás la respuesta esté en el estrangulamiento que mantiene este territorio para crecer urbanísticamente  y la falta de iniciativa de sus gobernantes de turno y los gremios comerciales y empresariales de impulsar un constante y decidido desarrollo inmobiliario turístico.

Y es allí en el sur, en esa línea costera que por años se le ha apostado, donde Santa Marta por naturaleza busca y tiene que expandirse. No hay más opciones.

Si bien es cierto la ciudad no debe verse avocada a  retrasarse en su infraestructura, como en el caso del transporte y el crecimiento que se espera tenga la terminal aérea local, sí se debe resignar a estancar su desarrollo urbano y turístico por lo menos durante 25 años, ya que no hay intención de estudiar y evaluar opciones diferentes a la ya contratada para ampliar el Aeropuerto Simón Bolívar.

Para especialistas consultados resulta desafortunado si se tiene en cuenta que el acertado criterio para construir hace aproximadamente 50 años el aeropuerto en su actual localización, era que este no interrumpiera el desarrollo urbano de Santa Marta, y hoy a pesar del vertiginoso crecimiento de esa zona, ese criterio ya no resulta válido excepcionalmente para la misma.  

La ciudad necesita crecer y se está limitando su esencia propia

El turismo no para de llegar a Santa Marta. En los recientes años el crecimiento vertiginoso en el número de camas disponibles en sitios de descanso pasó de 9 mil en el 2009 a unas 15 mil, en los más de 330 hoteles registrados por Cotelco.

Entre 2013 y 2015 se han aprobado un poco más de 45 mil metros cuadrados de licencias de construcción de inmuebles con destino al turismo. Una cifra aunque alta, no se compadece frente a los más de 156 mil que tiene Cartagena o los 133 mil metros cuadrados que construyó hasta agosto de 2015 la ciudad de Barranquilla.

Ante este panorama, las opciones de crecimiento inmobiliario de Santa Marta se agotan por las condiciones mismas de su topografía y por las áreas ocupadas por la Nación.

La ampliación del Aeropuerto Simón Bolívar sólo favorecería el crecimiento de la terminal y no a un verdadero impacto hacia la ciudad, dejándose de percibir a la hora de promover un desarrollo urbanístico: mayores ingresos fiscales, plusvalía, valorización, empleo, atracción para la inversión, entre otros (ver ventajas recuadro).

Se le debe apostar a un mercado internacional, pero debido a la escasa promoción que desde adentro se le hace a la ciudad no hay como atraer financiación.

Hasta el momento Santa Marta no cumple con las exigencias del turista de hoy, el llamado 'non-stop', que viene a disfrutar sin restricciones todas las bondades que ofrece su destino.

LO QUE GANA SANTA MARTA CON DESARROLLAR URBANÍSTICAMENTE EL SECTOR DEL AEROPUERTO

  • Pasar de un uso del suelo restringido a uno de mayor aprovechamiento urbanístico.
  • Desarrollo y consolidación de un nuevo núcleo urbano para la ciudad.
  • Generar nuevas fuentes de ingresos fiscales para el Distrito.
  • Articulación del tejido social de la zona, así como la liberación de suelo para uso público.
  • Relocalización y construcción de nuevo aeropuerto regional con oportunidad de desarrollo de servicios logísticos complementarios.
  • Generación de nuevos empleos en el proceso de desarrollo urbanístico y en la operación de actividades turística de la zona.
  • Posicionamiento y consolidación de la oferta hotelera y turística de la ciudad en el mercado nacional e internacional.

  



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