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Volver un año después de una tragedia imborrable en las mentes de quienes la presenciaron y otros que se solidarizaron con el dolor ante los hechos inexplicables del destino, no es muy diferente. Hace un año, las huellas del fuego asesino estaban marcadas en el polvo del solar donde murieron los 33 niños y un adulto. Hoy una endeble carpa cubre las fotos y flores que adornan como santuario el mismo sitio. El resto parece seguir igual.

Es por ello que estos tres especiales que se publican en nuestra edición impresa y en video, a través de la página web elinformador.com.co, muestran cómo un año después los ojos voltean a ver de nuevo a Fundación y la vida, además de seguir su curso normal, parece no haber aprendido la lección del más sentido evento infortunado que ha vivido Colombia en torno a los niños.

Olvido estatal, imprudencia en las vías, y un aletargado proceso judicial, hacen de este caso uno de los tantos que pasan en un país que con furor visceral vive sus acontecimientos, pero que luego se engavetan para que a la fuerza sean olvidados.

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