Francisco llega a Chile para salvar a su iglesia, la más débil de la región

El Papa Francisco y la presidenta de Chile, Michelle Bachelet

Internacional
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El Papa trata de cambiar la imagen de una iglesia arrasada por escándalos de abusos sexuales y una sociedad cada vez más laica.

Chile sigue siempre un ritmo aparte del resto de la región. Por eso el primer Papa latinoamericano, que ha realizado varios exitosos viajes a su continente, donde es recibido siempre con entusiasmo, llegó a Chile con una misión diferente: salvar a una iglesia en graves problemas, acorralada por varios escándalos de abusos sexuales en el país latinoamericano que, con Uruguay, tiene un porcentaje menor de católicos y mayor de ateos. “Para mí no será un viaje difícil. Estudié aquí y tengo muchos amigos y conozco bien Chile”, trató de minimizar el Papa de camino a Chile para seguir hacia Perú. Estará tres días en cada país.

La crisis que vive la iglesia chilena es tan evidente que ni siquiera sus máximos responsables lo niegan. “El Papa va a encontrar una iglesia que está en crisis. Y no niego que parte se debe a una situación concreta que ha vivido estos años la iglesia en Chile, con los casos de abusos. Son casos gravísimos. Pero las crisis son siempre una oportunidad de mejorar”, admitía en el periódico chileno La TerceraRicardo Ezzati, arzobispo de Santiago, pocas horas antes de la llegada del Papa.

El asunto de los abusos es uno de los más sensibles de la visita, que tiene otras cuestiones delicadas, en especial el encuentro con los mapuches y el probable apoyo del Papa a la causa de los pueblos originarios de América. En los últimos años se han producido más de 80 denuncias de abusos, y una de ellas es especialmente delicada porque Francisco nombró obispo de Osorno a Juan Barros, al que las víctimas del sacerdote Fernando Karadima, condenado y apartado de la Iglesia, reprochan su cercanía al abusador. Barros sufrió manifestaciones cuando fue nombrado obispo pero sigue en su puesto. Francisco llegó a decir que Osorno sufre “por tonta”, porque “no hay ninguna prueba” contra Barros, al que siempre ha defendido. Algunas víctimas de Karadima, en su mayoría chicos de clase media acomodada y de familias muy conservadoras cercanas a la Iglesia, han intentado que el Papa les reciba pero de momento no está previsto.

La visita, negociada como todas desde hace más de un año, se ha ido complicando poco a poco hasta el punto de que han surgido incluso grupos que han atacado cinco iglesias y rechazan el coste de la visita papal.




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