Prensa en México vulnerable en lucha de narcos por titulares

El asesinato del periodista Javier Valdez a unos metros de su oficina hace unas semanas.

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En Sinaloa, el crimen muestra cómo los grupos criminales ya no solo luchan por territorios sino también por titulares, y hay miedo de que pueda crearse un agujero negro informativo como ya existe en otros estados.

Ciudad de México (AP) — Tan pronto salieron los nuevos ejemplares del semanario de la imprenta, miembros del crimen organizado siguieron a los repartidores para comprar el tiraje completo. Las amenazas explícitas no hacían falta: todos conocían los códigos del narco en Sinaloa y oponerse a lo que pedían hubiera sido absurdo.

La situación se repitió dos veces en febrero. Primero con el semanario Ríodoce; dos días más tarde, con otro más pequeño, La Pared. Ambos llevaban en sus portadas la entrevista con un capo que no gustó a sus rivales.

Poco después, La Pared optó por cerrar. Ríodoce sigue publicando pero se volvió más cuidadoso porque sus periodistas están convencidos de que esos sucesos fueron el detonante del asesinato de uno de sus fundadores, Javier Valdez, el 15 de mayo, una muerte que conmocionó por el prestigio del periodista dentro y fuera del país y porque era el sexto homicidio de un reportero en México en dos meses y medio.

En Sinaloa, el crimen muestra cómo los grupos criminales ya no solo luchan por territorios sino también por titulares, y hay miedo de que pueda crearse un agujero negro informativo como ya existe en otros estados.

Ríodoce, un semanario fundado hace 14 años por Valdez y su actual director, Ismael Bojórquez, y que cuenta con uno de los premios más prestigiosos del periodismo,siempre trató temas de narcotráfico más allá del recuento de muertos.

“Nunca habíamos entrevistado a un capo, lo hicimos ahora y nos costó muy caro”, lamenta Bojórquez en entrevista.

Bojórquez se refiere a Dámaso López, apodado “El Licenciado”, un exaliado de Joaquín “El Chapo” Guzmán. Cuando Guzmán fue recapturado en enero de 2016, el cártel de Sinaloa se quedó sin su máximo líder e inició una guerra contra los hijos del Chapo, que conllevó a una nueva etapa de violencia en Sinaloa.

La prensa quedó en medio de todo

“Los hijos del Chapo se enteraron que habíamos entrevistado a Dámaso y presionaron a Javier para que el trabajo no se publicara. Pero les negamos la petición”, escribió Bojórquez en su columna del 22 de mayo. Luego intentaron comprar toda la edición. Ríodoce se negó y optaron por esperar a los repartidores y hacerlo después.

En el caso de La Pared, después de la requisa, los editores fueron contactados de parte de los hijos de “El Chapo” para que sacaran un nuevo número. En lugar de los 3.000 ejemplares habituales se sacaron 15.000 con una historia criticando a “El Licenciado”, explica uno de sus trabajadores que pide el anonimato por seguridad. Los costes corrieron a cuenta de los capos.

Esta forma de actuar era nueva en Sinaloa. Antes, recuerdan reporteros de Culiacán, los narcos mandaban emisarios para no publicar una foto, un decomiso, una mención. Tampoco era extraño adornar notas con cierto aire de narcocorrido para que el afectado se las tomara como una hazaña más que una denuncia. También hubo intimidaciones mayores.

La fiscalía de Sinaloa, departamento creado en 2010, tiene registrados 114 homicidios de informadores en México desde el año 2000. Ha investigado 48 casos. Solo hay tres sentencias.