Abuelo, hoy tus nietos; Carlos Mario, María Camila, Ana Cristina, Natalia, Eduardo, Oscar, Nicolás, Juan Manuel, Andrés Felipe y Gabriela; tenemos que decirte adiós, pero más que un adiós será un hasta luego.
Hoy tuvimos que entender que papa Dios necesitaba en su reino a un hombre como tú, noble, servicial, amigo, compañero, humilde, familiar, en fin, con tantas virtudes como padre, como abuelo como amigo, que no alcanzarían estos renglones para describir el gran ser humano que fuiste y el legado que nos dejas.
Por eso queremos recordarte así, con esa sonrisa que invadía nuestros corazones de alegría, por ser nuestra fortaleza y debilidad más grande, gracias porque siempre nos diste felicidad.
Hoy recordamos esas idas a pescar que aunque en ocasiones solo pescabas un resfriado, tanto disfrutabas. Gracias abuelito, eres nuestro ejemplo, nuestro orgullo, somos lo que somos por ti, nos ensañaste a ser guerreros, a tus princesas que los caballeros si existe, y a tus príncipes que una armadura no es suficiente.
Te fuiste más rápido de lo que esperábamos y nos dejas un gran vacío en nuestros corazones.
Sabemos que tu gran sueño, además de vernos unidos como familia, era que Dios te permitiera vivir un poco más, para que tuvieras la dicha de ver a cada uno de tus nietos poder alcanzar sus metas y hoy que nos ves desde el cielo ten la plena certeza de que así será.
Nos queda la tranquilidad que te fuiste feliz, a encontrarte con tu gran amor nuevamente, nuestra abuelita Tere, ahora tenemos dos ángeles en el cielo que nos protegen y guían nuestros pasos. No se te olvide abuelo que te amamos y te vamos a extrañar.
De luto queda el corazón, un recuerdo grandioso nos deja tu nobleza, tanto que luchó nuestro viejo por sus hijos y nietos y no alcanzó a ver la gloria que quería. Aunque te hayas ido permanecerás vivo en cada uno de nosotros.
Gracias por honrarnos con tu presencia. Hasta luego abuelito, ¡nos volveremos a encontrar!