Las ‘perlas negras’ del Sesquicentenario

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"En la juega porque hay muchas pintas raras por aquí", se escucha a un hombre hablando con su compañero en modo de consejo, mientras pasan a pie por los malos olores, el infernal ruido y la cantidad de indigentes que en la calle 14, la misma Avenida del Libertador con Avenida del Ferrocarril, en pleno parque Sesquicentenario.

Jorge Mario y Carlos caminan en medio del ruido porque el tránsito es un caos y los indigentes son los habitantes de la pequeña plaza.

Cruzar el sector no es agradable para nadie, todos andan evitando tropezarse con alguno de los personajes que en ese lugar se reúnen a reposar, reposar, reposar y reposar, incluso algunos que en un acto de poca vergüenza como diría con sarcasmo incluido Carlos, uno de los jóvenes caminantes, "prenden un cigarrillo de esos raros, de los que Arjona dice que dan risa".

Carlos pone el ejemplo de Roxana su abuela de 64 años quien pasa casi que a diario por el lugar recorriendo la avenida del Ferrocarril y bordeando el parque para ir hasta el mercado, a causa de una actividad casi de religiosa, ir a comprar la comida de su gato "Pacho". Cuenta la longeva como le aterran las múltiples manifestaciones incluso obscenas de los habitantes del parque.

Y dice Carlos entender a su abuelita al ver de derecha a izquierda personajes que parecen reposar el trajín de una jornada donde en algunos otros sectores de la ciudad contaminan su cuerpo con droga.

Aunque el parque tampoco se salva de ser escenario del consumo, "unos se drogan seguro, otros discuten que parece que fueran a pelear, otros dan miedo, se acercan a pedir y le digo que no se acerca ni un policía en la zona", dijo el joven.

Otro lío para el andar de los muchachos, es que debe desviarse obligatoriamente hacia el semáforo de la intercepción de las avenidas del Ferrocarril y Libertador, que según ellos, parece que tienen los nombres bien puestos, por los trancones y las múltiples imprudencias que cometen los conductores de toda clase que vehículos que en la zona pasan, "desde aquí viéndolo bien, tienen los nombres bien puestos estas avenidas, parece que de un lado (Avenida del Ferrocarril) vinieran cien trenes y de otro la caballería del ejército de Bolívar, (Avenida del Libertador), que cosa tan pavorosa es pasar de un lado a otro, no respetan ni el semáforo".

Lo que dicen los muchachos jocosamente es evidente, con solo mirar de un lado a otro, pues es común que se presenten accidentes de tránsito.

Mientras quieren cruzar el parque y luego la avenida, solo se escuchaban palabras vulgares y solicitudes múltiples de dinero para comprar "un pan", pero de otro lado se veía a un grupo de esos mismos habitantes juntando monedas que servirían como dijo una de las mujeres del grupo, "para comprar un cachito".

Mientras que al otro lado el ruido y el insoportable sonido de los pitos de los autos, son los protagonistas, "el uno compitiendo con el otro, hace días casi se llevan a un señor aquí mismo, un bus se metió en pleno andén en el parque y le tumbó la chaza a un zapatero, este tráfico es terrible ".

Y es que en el pedazo de la ciudad hay un notable problema que genera el progreso desmedido y sin planificación, la indigencia tras desempleo y otros factores y la falta de un mejor trabajo del tránsito para mejorar la movilidad.

Los samarios sufren a diario el temor de alguna acción por parte de los moradores del parque y de ser víctima de algún accidente perpetrado por los imprudentes del volante que vuelven un caos ese sector y también se convierten en las ‘perlas negras’ del Sesquicentenario.

Por: Andrés García Castaño 
Redactor de EL INFORMADOR