El tormento de visitar una persona en la cárcel

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En el escenario carcelario, hay un punto fundamental en cuanto a su población y es la visita que puedan recibir por parte de sus familiares y amigos. Un verdadero dolor de cabeza que deben vivir cada siete días.


Por: María Patricia Gutiérrez
Redacción EL INFORMADOR
Fotos: Edgar Fuentes – Orlando Marchena

Los sábados y los domingos son los días habilitados para realizar una visita a un recluso.

Independientemente de la cárcel, los hombres y las mujeres nunca entran juntos, por ejemplo: los hombres ingresan los sabados a visitar las reclusas y los domingos ingresan las mujeres a visitar a los reclusos.

"El famoso carnet"

Hasta los avances en tecnología han facilitado la tarea de las personas a la hora de solicitar un turno de ingreso al respectivo centro de reclusión, ahora solo es necesario un simple clic en la página virtual del centro penitenciario, posteriormente ella arroja un turno. Antes, la tarea se tornaba un poco más tediosa, pues se debía llegar muy temprano al penal, a eso de las 4 a.m. o 5 a.m. y empezar a hacer fila para llegar al primer paraje, en donde un guardia lo asignaba.

En medio de un barrio, cerca de varias Avenidas, está localizada la Cárcel Distrital Rodrigo de Bastidas (la cual esta divida en un lado mujeres y el otro hombres). Desde el sabado en la mañana se empeza a ver personal ingresando, claro esta es el dia de visitas para reclusas.

Apartir de las 7 de la noche de ese sabado, varias mujeres llegar a tomar puestos, para poder ingresar desde temprano a ver a los reclusos. El domingo toda esa calle se vuelve casi un mercado, si usted pasa por ahi ve personas vendiendo comida, zapatos, sabanadas, sacando copias y hasta vendiendo minutos.

Para ingresar

Lo único que puede acompañar al visitante es: la cédula, una foto de medio cuerpo de frente, a color y de tamaño 5×8, pegada al respaldo de la fotocopia de la cedula. No se pueden entrar correas, billeteras, relojes, pulseras, cadenas, camándulas, chaquetas impermeables, etc. La vigilancia argumenta que todos estos elementos, podrían ser convertidos en armas potencialmente peligrosas o en medios de transporte de sustancias prohibidas por parte de los visitantes para los reclusos.

En cuanto a la comida, la cosa varía un poco, hay días especiales para poder llevar embutidos o algunos tipos de ensaladas. Cada porción de comida debe ir debidamente individualizada en una bolsa plástica. Por ejemplo, el arroz en una, la porción de carne en otra, las presas de pollo en otra y así sucesivamente. Cuando se llevan papas, sándwich, tortas, todo debe ir debidamente partido en cuadros, ello es así, en aras de facilitar la revisión de la misma por parte de los guardias. Por último, pero no menos importante, lo mencionado anteriormente debe ir dentro de un recipiente transparente.

Al momento 

Lo primero con lo que se topa adentro es con una exhaustiva requisa, incluyendo perros olfateando cada rincón del cuerpo. Todo esto para combatir el problema del microtráfico dentro de las cárceles. Una vez terminado el tedioso paso de los perros, viene otra parada muy importante: la revisión de la comida. Los vigilantes minuciosamente observan cada porción. Muchas veces la arrojan como basura y otras tantas la tratan como caviar.

Aveces es necesario quitarse zapatos y medias, en algunos casos de urgencia, hasta toda la ropa. La incertidumbre ha pasado y el dolor de cabeza ha terminado, ahora la esperanza llena todo el cuerpo del visitante, cuando se dirige al respectivo patio a visitar a su hijo, hija, padre, madre, abuelo, abuela, etc. Y es que no hay algo que llene tanto el espíritu de alguien como visitar a una persona privada de la libertad.