Horizonte difuso

Aunque son muchos los aspirantes para ocupar la Casa de Nariño, aún falta mucho tiempo y recorrido para definir quienes serán los candidatos que se disputaran el electorado.

Política
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger


El fortín de los candidatos: los electores, quienes están cada vez decepcionados y os a creer en las “propuestas de campaña”, aumenta con cada elección.

El panorama político en Colombia para las presidenciales todavía es bastante confuso, lo único que está claro es que más de 27 candidatos a la presidencia se la están jugando por firmas, mientras que la Alianza Verde y el Centro Democrático buscan coaliciones.

Los partidos políticos están en crisis; póngale la firma. Aunque el sistema democrático se reforma, la pérdida de credibilidad en ellos se acentúa; y no es para menos, después de todos los escándalos de corrupción que han salido a la luz pública como creer y en quien si creer.

La lectura de los electores

La tradición sobre los partidos políticos los presentan como una institución indispensable para el funcionamiento del sistema democrático, cuya tarea esencial consiste en identificar los problemas nacionales; encontrar soluciones; articular los intereses que representan otras organizaciones de la sociedad, y canalizar así un conjunto de aspiraciones de un sector de la población, para obtener en el proceso electoral un apoyo que permita constituir un gobierno que las traduzca en políticas públicas.

Esta concepción parece idealista, pero ha funcionado en la práctica, tanto en países desarrollados como en Colombia. Para bien o para mal, liberales y conservadores son responsables por la Colombia de los siglos XIX y XX, hasta 1991.

El giro de la historia

El bipartidismo que había caracterizado la política en Colombia, a pesar del ‘faccionalismo’ que siempre afectó a estas fuerzas políticas, cedió ante un nuevo sistema de partidos, que llegó a estar conformado por más de 60 agrupaciones. Durante los últimos tres periodos hemos realizado varias reformas constitucionales y legales para lidiar con un fenómeno que ha demostrado ser muy difícil de manejar.

De manera paradójica, los partidos comenzaron a debilitarse precisamente a partir de su regulación legal, que se inició durante el gobierno de Belisario Betancur. Vino después la Constitución del 1991 con sus intensos prejuicios contra el bipartidismo, que llevaron a un multipartidismo desenfrenado y luego a uno con cerca de diez partidos; aunque en la práctica lo que se tiene es un bipartidismo disfrazado de multipartidismo.

Las más clara coaliciones

Durante la administración de Santos, por lo menos en el Congreso de la República, lo que se ha visto, es un sistema bipartidista integrado por una coalición de gobierno; agrupada en la Mesa de Unidad Nacional y unos grupos impotentes de oposición.

Situación que cambió en el 2014 con la presencia activa y disciplinada del Centro Democrático, dirigido por el expresidente Álvaro Uribe, que ha mantenido una línea coherente de oposición al Gobierno, que, aunque con alzas y bajas, ha controlado las mayorías legislativas.

Comportamiento de la coalición

Al comienzo, el gobierno Santos tuvo en el Congreso apoyos superiores al 80 por ciento de los votos. Ya no es así. Uno de los datos más significativos sobre la nueva situación fue el de la elección de Diana Fajardo como magistrada de la Corte Constitucional. Ganó por 48 votos contra 43. Así se puso en evidencia que en un caso en el cual el Gobierno se la jugó a fondo no logró las mayorías que lo caracterizaron en sus inicios. Y así ha ocurrido con la aprobación de algunas leyes de gran importancia.

Y es que no es fácil mantener una coalición multipartidista durante ocho años. La coalición ha sido exitosa y gracias a ella se lograron la reelección del presidente Santos y la eliminación de la reelección, así como la refrendación del acuerdo de paz con las Farc y de una buena parte de las leyes para su desarrollo. No es probable que la nueva legislatura, que se inauguró el 20 de julio, y las que le siguen tengan un comportamiento similar.

Pero lo más llamativo de esta coalición de gobierno es su situación actual. Hay cuatro partidos que han tenido un papel clave durante estos siete años: ‘la U’, que se supone es el partido del gobierno; el Liberal, Cambio Radical y, con matices, el Conservador. También ha estado la Alianza Verde y, para apoyar la búsqueda de la paz, todos los demás partidos, con excepción del Centro Democrático.

El debate político

El debate político en este momento gira mucho en torno de una eventual ley que permita el transfuguismo; es decir, la posibilidad de que los congresistas puedan cambiar de partido político para ser reelegidos en los próximos comicios. No es la primera vez que se busca realizar esta práctica por la vía legal y esto puede ser consecuencia de una regulación excesiva de los partidos, que lleva a este tipo de argucias, las cuales no favorecen el prestigio de la clase política.

La situación es de incertidumbre. Se sabe que en todo proceso electoral la hay en mayor o menor grado, pero es inevitable reconocer que estamos ante una contienda por la Presidencia de la República y por el Congreso que supera en materia de incertidumbre a casi todas las que han pasado.

Las encuestas varían en cuanto a la favorabilidad hacia algunos posibles candidatos, varios de los cuales no tienen una identificación de corte partidista, y en cuanto a la intención de voto por las distintas fuerzas políticas.

El desencanto

El desencanto que caracteriza hoy la vida política colombiana se ve reforzado por la está pasando en países como España, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia e Italia, y en naciones más cercanas, como México, las centroamericanas, Venezuela o Brasil.

No estamos viviendo una época dorada de la política ni de los políticos, y un caso como el de Francia produce un efecto desesperado de imitación. Todos están en busca del Macron colombiano.

El reto

No es un secreto que para ganar una contienda electoral es necesario obtener la mayoría de votos, el reto para cada aspirante a los cargos de elección popular es que la ciudadanía se vuelque a las urnas y entregue su voto de confianza. La otra gran lucha es que por la falta de credibilidad gane el abstencionismo, fenómeno que aumenta entre la población juvenil a la que los candidatos le apuntan a rodearse de estos no solo por su enérgica entrega sino por el manejo mediático de la campaña.

Tomado de agencias

El expresidente Álvaro Uribe sigue siendo el más fuerte contrincante para las elecciones, al que se le siguen uniendo grandes dirigente, porque como la colecitivada uribista dice
El expresidente Álvaro Uribe sigue siendo el más fuerte contrincante para las elecciones, al que se le siguen uniendo grandes dirigente, porque como la colecitivada uribista dice "El Objetivo es ganar en la primera vuelta".


Más Noticias de esta sección

Publicidad