Efraín Padilla López: El caballero del gol

Queremos destacar en el plano deportivo y específicamente en el fútbol, al delantero samario, Efraín Padilla López, quien trascendió en el balompié profesional de nuestro país.

Sopla Ciclón
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En estos tiempos del olvido,  es importante para la memoria histórica, acordarnos de aquellas personas que trascendieron en los distintos ámbitos de las actividades humanas.

En esa dirección, queremos destacar en el plano deportivo y específicamente en el fútbol, al delantero samario, Efraín Padilla López, quien trascendió en el balompié profesional de nuestro país, luego de un riguroso proceso formativo  en los exigentes torneos que organizaba el ilustre maestro Juan Maiguel de Osuna, en el barrio pescaíto.  A propósito de ese campeonato, allí justamente, se inició en el club denominado Boca Junior, que era de propiedad de Generoso Escorcia, quien tenía una tienda enfrente del parque del barrio, el cual militaba en la tercera categoría, donde salió como goleador con 12 tantos y su equipo se alzó con el título de ese año, en ese competitivo torneo,   exactamente en  1958. En el año de 1959, también fue protagonista de los éxitos de este onceno juvenil, al lado de sobresalientes jugadores como Eduardo “Yayo” Villar, un  volante creativo de unas excelentes condiciones técnicas, que las ratificó más tarde en el Portentoso Scotland, de Elías Henríquez Pardo y el gran Adaulfo “Fito” Maestre, otro armador talentoso entre otras figuras cimeras del poderoso balompié de Pescaíto, en la gloriosa cancha de la castellana.

Gracias a sus altas competencias como delantero y su eficacia goleadora, fue  convocado por parte del entrenador Andrés “Bolón” Acosta, a una  selección Magdalena. La sola nominación se convirtió en una gran distinción, porque hacer parte de un combinado departamental, por aquellas épocas de oro de nuestro balompié, era un privilegio  que ningún practicante del fútbol quería perderse indudablemente, por todo el esplendor que representaban los  colores azules y rojos .Infortunadamente no pudo hacer honor al llamado para que vistiera esa prestigiosa camiseta de  Magdalena, debido a que le tocó trasladarse a Barranquilla, por razones estrictamente laborales, para vincularse  a la fábrica Celanese como empleado y futbolista a la vez, por recomendación de su tío político, Luis Roberto Montaño, quien ya laboraba en esa factoría y que conocía desde luego,  los atributos goleadores de su sobrino. Más temprano que tarde, se dio a conocer en la exigente liga de fútbol del Atlántico, con el equipo de su empresa,  donde salió como el máximo anotador, suceso que le sirvió  para que Roberto “el flaco” Meléndez, entrenador lo llamara a representar a ese vecino departamento en el  nacional  de futbol en Bucaramanga, donde volvió a sobresalir como  goleador de ese evento. Este campeonato lo graduó de goleador  del balompié aficionado

Entonces, en este certamen nacional, quedaron demostradas con creces las enormes virtudes de definición de este hijo de pescaíto.

Ese significativo registro no quedaría como un simple dato estadístico en su vertiginosa carrera de definidor, sino por el contrario, en una plataforma de lanzamiento de su vida deportiva, que lo llevaría a ser convocado en el año  1962 a una selección Colombia, que dirigía el Caleño Carlos Julio Obonaga, que buscaba cupo en Lima (Perú) a los Juegos Olímpicos de Tokio 64. No se clasificó a esas justas del sol naciente, lamentablemente, pasaron Brasil y Perú , pero en su historial individual le quedó una inmensa satisfacción a Padilla, por haber convertido el gol, del empate ante la majestuosa selección brasileña. Aunque en términos generales al combinado patrio no le salieron las cosas, el samario  no pasó inadvertido.

Fútbol Profesional Colombiano

El entrenador paraguayo, César López Fretes, al servicio del Deportivo Pereira, lo contrató y de una sin mediar un período de adaptación, le dio la titularidad en la temporada de 1964. En ese inicio en el rentado nacional,  convirtió ante la sorpresa y admiración de los seguidores del onceno de la perla del otún, 38 tantos, que lo distinguieron como el goleador de ese año. La revista VEA Deportes lo sacó en la portada con un contundente titular: “El rompe redes”. Parte del dinero que recibió de los directivos  risaraldenses lo invirtió sin pensarlo dos veces en la compra de una vivienda en la parte de atrás de la iglesia del barrio Bastidas, con el objeto de  que la vivieran de manera cómoda  y feliz  sus padres: Joaquín Padilla Angulo y Sixta López. Con este obsequio, cumplió con el anhelado sueño de darle una casa a los autores de sus días. El contrato para el año siguiente le fue renovado obviamente, teniendo como carta de presentación su olfato anotador. Dos años de gloria vivió en este equipo al lado de sus coterráneos: Manuel “Maracaná” Manjarrés y Donaldo “La gacela” Ramos y el atlanticense Toño Rada. El Pereira, lo profesionalizó como goleador. Su alto desempeño con el  Deportivo Pereira, permite que el doctor Gabriel Ochoa Uribe, entrenador del Santa fe, se fije en él, para vincularlo a la delantera del expreso rojo, donde como siempre se destacó como goleador. En el equipo capitalino alternaba con las extraordinarias figuras de los brasileros: Luis Carlos Franca, exunión Magdalena, Ary Goncalvez, quien también actuó en el cuadro samario, Víctor Campaz, y Delio “Maravilla” Gamboa, fueron otros ilustres atacantes de  ese Santa fe campeón del 66. No menos importantes fueron Alfonso Cañón, Waltinho, Jaime Rodríguez, “Tumaco” González, Marino Klinger y otros que se me escapan, que hicieron historia en esa temporada, tras coronarse campeón del fútbol profesional colombiano. No pudo continuar con el equipo cardenal, porque su esposa Délida Robles se enfermó y por ese motivo, le tocó inevitablemente volver a su natal Santa Marta, para vincularse en el año 67 al Unión Magdalena.

 

Unión Magdalena se coronó campeón en 1968. Efraín Padilla López, también contribuyó con su fútbol y goles al momento más glorioso del “Ciclón”, en toda su historia. Padilla jugó 25 partidos con el cuadro samario y anotó 13 goles. Este trabajo periodístico, lo hicimos fundamentalmente para recordar y que nunca se nos olvide,  y si en algún momento determinado  la memoria  histórica nos llegare a fallar, jamás se nos debe borrar, la grandeza futbolística de un maestro del gol, que honró con sus anotaciones al fútbol samario. Todo honor y toda gloria a este caballero del fútbol que sin lugar a dudas se constituye en primera instancia en un ejemplo viviente de superación y trascendencia y en segunda instancia, en un brillante espejo que refleja la grandeza del futbolista y samario y donde deben verse los futbolistas jóvenes, para que capten la imagen de un deportista integral como lo fue este caballero del gol.

 Por: Alberto Camilo Blanco 





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