SANTA MARTA RUMBO A LOS 500 AÑOS
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Las diminutas marchas del 9 de abril en apoyo al gobierno retratan bien la acelerada pérdida de respaldo a la gestión de un presidente preso de sus fantasías y de sus delirios ideológicos, traducidos en políticas y actos de gobierno que siembran odios, suscitan legitimas incertidumbres y han logrado esparcir temores fundados sobre el respeto a la democracia, sus libertades, la seguridad y la vida misma de los ciudadanos.
Habida cuenta de la incapacidad del presidente Gustavo Petro para maniobrar en el Congreso de la República a su antojo, en consideración de los impedimentos constitucionales y legales legítimamente dispuestos al efecto por parte de la sociedad colombiana, ahora aquel vive repitiendo lo del “modo constituyente” de manera pretendidamente astuta, a ver si la gente cae en eso de irse a las calles a pedir la subversión del orden jurídico. Por fortuna, los colombianos no son estúpidos: se han curado de tal vicio del alma con ochenta años de una guerra civil anticipatoria de todo esto, en la que las víctimas de ambos bandos ya han probado la violencia, la pobreza, el hambre y el desamparo lo suficiente para saber que lo del enhoramala presidente no es sino una trampa de odio.
La región Caribe está enfrentando la difícil disyuntiva entre comer o pagar energía. La reciente jornada de protesta que fue convocada y liderada desde Barranquilla por la politóloga y activista Karol Solís Menco, ha puesto de relieve una problemática que afecta no solo a esta ciudad sino al caribe en general: el elevado costo de las tarifas de energía eléctrica.
La mejor defensa que tiene el expresidente Álvaro Uribe, para defenderse en el juicio a que fue llamado por los delitos de soborno de testigos en actuación penal y fraude procesal, es él mismo; siempre ha ido de frente con la verdad y se ha encargado de debatir públicamente su proceso judicial, ante todos los estrados jurídicos, desde estudiantes de derecho, hasta llegar a lo más altos estrados.