Blindada el alma en cada suspiro delirante,
es la bocanada silenciosa de mi recuerdo,
al menear las olas traviesas del horizonte,
y la ausencia perdida en que me remuerdo.
Evoco las largas horas de tus caricias miles,
soñando despierto con los sueños de amar,
mas, al mirar el cielo nublado ya no sonríes,
ni siquiera tu mirada es consuelo para el mar.
El palacio de los sueños, hoy está sin cristales,
desteñidas sombras del abandono impío,
sin tus besos mi boca es como sepulcro frío,
donde muere el silencio y sus grandes males.
Todas las caricias son ahora lisonjas mustias,
todos los besos son ahora ósculos estridentes,
las afonías de los sueños de amar son angustias,
y los verdes mares son atajitos de caña dolientes.
Rememoro el día que besé tu cuerpo desnudo,
escudriñé los témpanos del delirio olvidado,
y en cada beso que mi alma, como grito agudo,
desde el mar te dé, en ti habitará mi ser amado.
AUTOR: RAMIRO YÉPEZ GONZÁLEZ