El mundo sigue cambiando vertiginosamente con el paso de los años, atropellado por la tecnología que lo hostiga con sus adelantos, y de alguna manera tiene que asimilarlo en forma rápida.
Aunque los avances son continuos e irreversibles, podríamos pensar que siempre iríamos en la dirección correcta; sin embargo no es así. Con la llegada de la Internet, el mundo se ha hecho tan pequeño que podemos comunicarnos en décimas de segundo, con el rincón más apartado de la tierra, encontrando toda la información que queramos con solo pulsar la pantalla de un dispositivo, que está siempre en nuestras manos (teléfono celular).
Pese a los beneficios de estos adelantos tecnológicos, no podemos dejar de pensar en todos los efectos adversos, hasta ahora desconocidos. Lo que sí está claro, es la disminución drástica de la práctica de la lectura, con lo que se piensa, puede ser un obstáculo en el camino del conocimiento. Los estudiosos en la materia afirman que el desuso de la lectura significará un retroceso en el campo académico, y probablemente en lo intelectual, ya que el cerebro perdería parte de su actividad, trayendo como consecuencia posibles daños a largo plazo. De hecho, ya los estudiantes comienzan a tener inconvenientes en las pruebas o exámenes escolares por falta de comprensión de lectura. No es fácil la comprensión de textos o la expresión verbal de una persona que no tiene el hábito de leer, adoleciendo por esta misma causa de la capacidad de escribir o redactar, ya que, aunque el computador le ofrece la corrección ortográfica, éste no puede ayudarle en otros aspectos como el orden sintáctico de las oraciones, el uso de una terminología amplia, los signos de puntuación, etc, que le permitan hacer una redacción fluida, clara y bonita.
Existe una realidad muy patente, y es que nada es gratis en la vida, y por todo lo que se adquiere hay que pagar un precio. Aún no sabemos qué tan alta será la factura de cobro que nos pasará la vida por todas estas comodidades de que estamos disfrutando.
Muchos afirman que dentro de muy poco el libro físico será historia; otros menos pesimistas dicen que no será así. No obstante ya se sabe que las editoriales van en picada; ya unas han desaparecido. Entre el 2.012 y 2.013 una importante editorial española (omito el nombre por obvias razones) llegó a la quiebra, perdiendo 50.000.000 de euros, causando el despido de quinientos trabajadores.
Las últimas encuestas realizadas a nivel mundial, demuestran el descenso en el hábito de la lectura, siendo muy notorio en los países hispanoparlantes. Los países asiáticos como India, China, Tailandia, Japón etc, están en el ranquin de los primeros diez Estados que más leen. De habla hispana, solo Argentina y España aparecen entre los veinte.
A mí que siempre me ha guastado la lectura y la escritura, veo con desilusión y preocupación el desinterés (tanto en la juventud como en la gente madura), por estas prácticas. Ahora es más gratificante estar metido en las redes sociales todo el tiempo, viendo un partido de fútbol, jugando horas y horas frente a un computador, estar pendientes de los personajes del espectáculo (cantantes y actores), que tomar un libro para leer.
Asimismo me he dado cuenta que en Facebook, a la gente le llama mucho la atención el morbo. Un video o una imagen de una persona enferma o con defectos físicos, de un accidente o de un chiste vulgar, se vuelve viral en cuestión de minutos; en cambio un mensaje con una buena reflexión, con un contenido edificante, no es mirado para nada.
La industria de la edición ya comienza a hacer malabares para tratar de mantenerse vigente. Ahora aparte del libro físico ha empleado la presentación digital, tratando de captar lectores cibernautas.
De igual manera, los escritores se preocupan por buscar nuevas estrategias, que atrapen a los casi extintos lectores. Se hace mucho énfasis en el título del libro, en el primer párrafo del mismo, haciendo una redacción más sencilla y clara, con contenidos que se supone, pueden ser atractivos para el lector.
Lo mismo está ocurriendo con la prensa escrita, donde con el afán de atrapar al público se está cayendo en un sensacionalismo grotesco y poco objetivo (amarillismo), que es ampliamente permitido, dada la necesidad de sobrevivir a la catástrofe que se nos viene encima.
Creo que de no crearse un “plan de choque” que busque contrarrestar esta tendencia negativa, nos veremos abocados a graves problemas de orden académico que no se sabe aún cuáles serán las reales consecuencias.
Escribió: MARIO DURÁN GALLARDO
